Sanidad

25 años de Viagra, la “revolución” azul

Un cuarto de siglo después de su aprobación, la pastilla que llegó para ayudar a pacientes con disfunción eréctil es consumida de forma masiva en todo el mundo | En Galicia se recetó por primera vez en el Chuac, en octubre de 1998

Envases de genéricos de sildenafilo, el principio activo de Viagra, en una farmacia coruñesa.  | // VÍCTOR ECHAVE

Envases de genéricos de sildenafilo, el principio activo de Viagra, en una farmacia coruñesa. | // VÍCTOR ECHAVE / María de la Huerta

Viagra fue una revolución, no solo por su efectividad para el tratamiento de la disfunción eréctil, también por su contribución a dar entidad propia a un trastorno que, hasta entonces, solo se manejaba con inyecciones y que, muchas veces, ni siquiera se consultaba, al verse como algo ‘normal’, e ‘irremediable’, a partir de cierta edad”, reivindica Venancio Chantada, jefe del Servicio de Urología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), en el 25 aniversario de la célebre pastilla azul. Él fue el primero en recetarla en Galicia, siete meses después de su aprobación en Estados Unidos, el 27 de marzo de 1998. Fue en octubre de ese mismo año, en el Chuac, y las cosas “han cambiado mucho” desde entonces. “Afortunadamente, hoy ya nadie habla de impotencia”, asegura el especialista coruñés, quien ha pasado de tener que tirar de la lengua a sus pacientes para que le contasen su “problema”, a ver cómo piden ayuda, “abiertamente, acompañados de sus parejas”. “En aquel momento, muchos hombres, a partir de cierta edad, creían que no había solución para su pérdida de función sexual y ni te consultaban. Solo algunos te lo decían cuando tenían ya cierta confianza contigo. Ahora, en cambio, vienen específicamente por ese motivo, porque oyeron o saben que existen fármacos eficaces”, resalta.

Cuenta el doctor Chantada que el sildenafilo, el principio activo de Viagra, se desarrolló “con la idea de mejorar el riego sanguíneo cardíaco” y acabó utilizándose para el tratamiento de la disfunción eréctil “de forma casual”. “Durante los ensayos clínicos, los promotores dan a los participantes un envase entero de fármacos, al principio de cada mes y, cuando este termina, tienen que devolverlo con el producto que no hayan utilizado. En este caso, a medida que pasaban las semanas, los responsables de Pfizer [la compañía farmacéutica que lanzó al mercado Viagra] se dieron cuenta de que los pacientes les entregaban las cajas vacías. Al averiguar que la causa es que notaban que sus erecciones estaban mejorando muchísimo, alguien de ese laboratorio determinó que había que enfocar el medicamento de otra manera, y se iniciaron nuevos ensayos clínicos con ese fin”, explica el jefe de Urología del Chuac, quien especifica que, en aquel momento, “no había nada, por la vía oral”, para el tratamiento de la disfunción eréctil, “solo unas vitaminas, que no servían para nada”.

“Disponíamos de una inyección, que hoy se sigue utilizando en ciertos casos, y que se administra directamente en el pene. Es un tratamiento muy eficaz, pero también más agresivo, de modo que muchos pacientes lo rechazaban de entrada. Contar con una pastilla que les daba independencia, porque te la tomas y tienes una erección, fue un revulsivo. Tanto, que ese mismo año 1998, muchos especialistas de todo el mundo asistimos al congreso norteamericano de Urología, celebrado en mayo en San Diego (California), para conocer, de primera mano, esa ‘revolución’. Allí, en el stand de Pfizer, fueron muchos también los que compraron Viagra para sus pacientes. En aquel encuentro científico fue la gran novedad, era el fármaco del año, y un montón de gente tuvo que hacerse con una receta de un urólogo americano para adquirir una caja y traérsela a España”, rememora.

"Antes de la irrupción de Viagra, los hombres no consultaban la disfunción eréctil. Ahora, en cambio, vienen específicamente por ese motivo, porque oyeron o saben que existen fármacos eficaces"

Venancio Chantada

— Jefe del Servicio de Urología del Chuac, fue el primero en recetar Viagra en Galicia

De entrada, admite el doctor Chantada, “había mucha incredulidad”. “No obstante, en pocas semanas nos dimos cuenta de que Viagra era un fármaco eficaz, y ahí se abrió una época muy ilusionante, en la que se llevaron a cabo muchas investigaciones en torno a la disfunción eréctil, que dieron lugar a otros medicamentos con la misma finalidad que el sildenafilo, como el tadalafilo (comercializado como Cialis), el vardenafilo (Levitra) y, por último, el avanafilo (Spedra). Todos por vía oral”, refiere el responsable del Servicio de Urología del Chuac, quien también recuerda cómo al principio, pese a “la implantación mediática tan brutal”, a algunos pacientes les daba “miedo” tomar Viagra, porque en Estados Unidos se registró “algún problema cardíaco” en hombres que habían consumido el fármaco “sin ningún tipo de control médico”. Con todo, el especialista del complejo hospitalario coruñés, tranquiliza: “Con supervisión médica e indicaciones claras, yo no sé de nadie que haya fallecido, claramente, por el efecto de Viagra. Puede haber muerto algún hombre durante una relación sexual tras haber consumido este medicamento —o alguno de los otros que existen, en la actualidad, para el tratamiento de la disfunción eréctil—, pero como si hubiese tomado una aspirina. En pacientes con problemas cardíacos de base, el mismo esfuerzo que puede suponer la relación sexual puede provocar un paro cardíaco. Es muy infrecuente, aunque puede suceder”.

Un mes antes de que Viagra saliese al mercado en España, detalla el doctor Chantada, “se llevó a cabo un estudio de prevalencia epidemiológica de la disfunción eréctil, denominado proyecto EDEM (Estudio de Disfunción Eréctil Masculina)”, y el Chuac fue “el único hospital gallego participante”. “Esa investigación constató que, en aquel momento, había unos dos millones de hombres con problemas de erección mediana, moderada o severa en todo el país”, apunta el jefe de Urología del complejo hospitalario coruñés, e insiste: “Viagra motivó que nos preocupásemos por la disfunción eréctil. Y el hecho de que los medios de comunicación hablasen con mucha naturalidad de este fármaco, ayudó a que muchos hombres ‘saliesen del armario’ y consultasen su problema”.

“Esto provocó que, pasados diez años, Pfizer perdiese la patente”, dando lugar a un “amplísimo” abanico de fármacos para la disfunción eréctil. “El mercado de la disfunción eréctil se disparó, y otras casas comerciales desarrollaron medicamentos muy similares a Viagra, con algunas diferencias químicas, de modo que hoy cada paciente tiene su perfil entre los cuatro principios activos que hay (unos funcionan mejor con sildenafilo, otros con tadalafilo...), con sus respectivos genéricos”, sostiene el jefe de Urología del Chuac, quien asegura que “la única contraindicación” que tienen todos estos medicamentos es “el uso de vasodilatadores”. “Para estos casos, se desarrollaron fármacos que se aplican directamente en el pene. Son en formato gel y se introducen a través de la uretra, con un aplicador muy sencillo. Además, continúa utilizándose la inyección que ya existía cuando salió Viagra”, indica el doctor Chantada, quien determina que se recurre a esta opción “cuando los fármacos orales están contraindicados o se sabe que no van a funcionar porque la disfunción eréctil es muy severa”. “Por ejemplo, en afectados por una diabetes muy importante (insulino-dependientes, con una alteración vascular muy notable), o en pacientes operados de cáncer de próstata, vejiga o recto que no han recuperado la erección. Además, cuando nada de esto funciona, existe otra alternativa: las prótesis de pene. En el Chuac implantamos más de una veintena cada año, no obstante, son siempre el último paso, porque una vez que se la pones a un paciente, si se produce rechazo o deja de funcionar, hay que colocarle otra, igual que sucede, por ejemplo, con las prótesis de cadera”, señala.

“Siempre hay que asesorarse por un facultativo”

“El uso recreacional de Viagra y sus derivados existe, esto es algo que no se puede negar, aunque no es tan evidente en la consulta de un especialista. A mí no me llegan pacientes de 25 años diciéndome ‘doctor, este fin de semana me voy a pegar una juerga, y necesito Viagra’, pero ese mercado está ahí. Por eso, aconsejo a cualquier hombre que quiera tomar este medicamento, que lo haga siempre bajo supervisión médica. Hoy en día, hay una veintena de genéricos en el mercado que se pueden comprar en una farmacia, con receta, por unos dos euros. No tiene sentido recurrir a internet o a otros medios, porque la pastilla azul que se adquiera por esa vía puede contener desde lactosa, hasta matarratas. Quién sabe lo que te pueden meter ahí. Es una imprudencia”, advierte Venancio Chantada, jefe del Servicio de Urología del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien describe el riesgo que puede suponer tomar Viagra sin control, más aún mezclado con drogas, a través de un caso atendido, “hace un año”, en el centro de As Xubias.

“Nos llegó un chico joven, que tomó Viagra y esnifó cocaína, y eso le causó un cuadro grave de priapismo, una enfermedad en la que el pene está continuamente en erección, porque retiene sangre y no la elimina. Las consecuencias fueron fatales, porque aunque el priapismo se opere de urgencia, a veces quedan secuelas, se pierde erección...”, apunta el doctor Chantada, quien insiste en que antes de consumir Viagra “conviene siempre asesorarse por un facultativo” que determine “qué dosis se puede tomar, con qué frecuencia (no más de una pastilla al día)” y, por supuesto, evitar cualquier tipo de “mezcla explosiva”.

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