Visibilicemos los cuidados

Eva Aguayo Lorenzo, profesora de Economía Cuantitativa en la Universidade de Santiago y socia de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas AMIT-Gal

Que las personas podamos acudir cada día a nuestro puesto de trabajo en buenas condiciones (alimentadas, con la ropa más o menos limpia y planchada, sanas, con nuestros problemas y preocupaciones escuchados) depende del trabajo de cuidados que se desarrolla en el interior de los hogares. Sin ese trabajo, en gran medida no remunerado, el sistema no podría reproducirse, el mundo se pararía sin él. Los cuidados constituyen un trabajo invisibilizado en el análisis económico tradicional; sin embargo, representan un trabajo imprescindible en el que se basa la economía tal y como la conocemos, tal y como la vivimos, tal y como la sufrimos. Nos encontramos ante la “metáfora de iceberg”: lo que se ve y la ciencia económica analiza es lo que acontece en los mercados (laboral, financiero, de bienes y servicios), invisibilizando que el sistema económico se sostiene gracias al trabajo de reproducción de la fuerza de trabajo y, en general, a la reproducción de la vida.

La economía convencional se centra en el estudio de los mercados. Lo que ocurre fuera de ellos no se considera economía. Sólo tiene en cuenta lo que se puede medir en unidades monetarias. Sólo considera el trabajo remunerado, es decir, el empleo. Denomina “población activa” a la que está en el mercado de trabajo (ocupada o buscando empleo). Por lo tanto, las personas que se dedican en exclusiva al trabajo de cuidados no remunerado entrarían en la categoría de “población inactiva”. Así mismo, la economía convencional considera que la decisión sobre la incorporación al mundo laboral es un ejercicio de racionalidad y preferencias. Una elección racional entre el empleo (trabajo remunerado) y el ocio, condicionada por las preferencias personales y las condiciones del mercado de trabajo. Su análisis se centra en un agente económico racional, egoísta y autosuficiente: el “homo economicus”.

La economía feminista representa un enfoque crítico, otro lugar desde donde mirar, que cuestiona los posicionamientos de la economía tradicional. Por una parte, señala que en nuestra toma de decisiones también intervienen las emociones, que las elecciones no siempre son egoístas y que somos seres interdependientes. Para entender la organización y las disparidades en el nivel y condiciones de participación en el mercado laboral, hay que tener en cuenta su relación fundamental con el reparto de tareas fuera del mercado, en especial, las tareas de cuidados. Por otra parte, propone centrar el análisis en la reproducción social de la población trabajadora y su papel en el proceso de producción. En definitiva, visibilizar el papel fundamental del trabajo de cuidados para el funcionamiento de la economía. Poner en el centro la vida y su reproducción, y no los mercados.

Una de las principales aportaciones, de este otro lugar desde donde mirar, es la consideración de las relaciones de género como determinante que atraviesa tanto la negociación, en el interior de los hogares, de la división de las tareas de cuidados y la participación en el mercado de trabajo, como las desigualdades en el ámbito laboral. En la medida que se perpetúe un modelo de división sexual del trabajo, se condiciona la distribución de los tiempos y tipos de trabajo entre hombres y mujeres. La asignación asimétrica de las tareas de cuidados en el hogar conlleva las desigualdades en los usos del tiempo, en especial, en la distribución de la dedicación al trabajo remunerado y no remunerado.

Es esencial el desarrollo de las estadísticas con perspectiva de género, como las estadísticas de los usos del tiempo. ¿Cuáles son las diferencias en nuestras agendas del día? ¿Cómo han ido evolucionando? Es esencial valorar, en términos monetarios, el aporte que representan los cuidados. Si no hay datos, no hay agenda.

La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia nuestra vulnerabilidad, nuestra necesidad de cuidados físicos y emocionales. La importancia de ponerlos en el centro de la economía y de la agenda política. Visibilicemos los cuidados.

Este artículo es el sexto de una serie mensual de colaboraciones de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas de Galicia con LA OPINION. Doce aportaciones que buscan acercar la ciencia y la tecnología a la ciudadanía, mostrando la labor que cada una de nosotras desarrolla desde nuestra área de trabajo. Participamos científicas del campo de las matemáticas, la biología, la farmacia, la física, la economía, la ingeniería de telecomunicaciones, la sociología, la ingeniería industrial, la psicopedagogía, la informática, el derecho y, evidentemente, la arquitectura. Confiamos que resulten de su interés.