De ser gran prematura a atenderlos en el Materno de A Coruña

Laura Parga nació en la semana 30 de gestación y con 1.300 gramos de peso. Un cuarto de siglo después, trabaja como enfermera junto a parte del equipo que sacó adelante su vida en el hospital coruñés

Laura Parga, junto al doctor José Luis Fernández Trisac, este pasado viernes, en la Unidad de Neonatología del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera (Chuac).

Laura Parga, junto al doctor José Luis Fernández Trisac, este pasado viernes, en la Unidad de Neonatología del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera (Chuac). / Arcay/Roller Agencia

El trabajo en Neonatología ya no puedo calificarlo de otra cosa que no sea excelente por parte de absolutamente todos los profesionales, tanto auxiliares, como enfermeras, médicos... de todo el mundo. Terminé la carrera de Enfermería en 2021, empecé en esta Unidad en febrero de 2022 y, aunque ahora tengo una reducción de un tercio de la jornada, porque me estoy sacando el grado de Medicina, cuando llega el verano, me pongo a jornada completa y estoy todos los días, veo la labor de mis compañeros y alucino, la verdad. Nunca he estado en ningún otro servicio donde se trabaje tan bien, ya no solo en cuanto a técnicas o conocimientos, sino con tanta empatía hacia los padres y los propios niños. Es una pasada. Ahora soy consciente de que yo misma estuve en las mejores manos posibles”.

Laura Parga, coruñesa de 24 años, vino al mundo de forma inesperada, en la semana 30 de gestación y con apenas 1.300 gramos kilos de peso, tras haber sufrido su madre una preeclampsia [una enfermedad propia del embarazo que afecta a las arterias que suministran sangre a la placenta] que obligó a hacerle una cesárea de urgencia y que las llevó a ambas a la UCI. Hoy trabaja como enfermera con parte del equipo que sacó adelante su vida en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera (Chuac), incluido el actual jefe de la Unidad de Neonatología del Servicio de Pediatría del Chuac, el doctor José Luis Fernández Trisac, quien fue su médico hasta los 3 años: “No conocí al doctor Trisac hasta que empecé a trabajar aquí y me acerqué a saludarlo, pero en mi casa ha estado siempre muy presente. Mis padres le están muy agradecidos”.

Cuenta Laura que, “desde muy pequeña”, ha tenido “vocación sanitaria”. “Ya de niña, me encantaba ir a los hospitales, preguntarlo todo... y tenía claro que quería trabajar en el ámbito de la salud”, refiere esta joven coruñesa, quien admite que “siempre” quiso “ser médica” porque le “tira mucho la cirugía, operar”, pero no le “dio la nota” para entrar en Medicina, y se matriculó en el grado de Enfermería. “Y me empezó a gustar tanto, que me quedé y lo terminé”, destaca. Así fue como recaló en la Unidad de Neonatología del Materno coruñés, donde lleva ya casi dos años trabajando como enfermera. El mismo lugar en el que pasó los “2-3 primeros meses” de su vida. “Lo de que me tocase hacer las prácticas de Enfermería justo en Neonatología fue pura casualidad y estuve contentísima, porque era lo que quería. Me hacía mucha ilusión, porque los niños me encantan y el trabajo en esta Unidad me llena muchísimo. Ya durante las prácticas me gustó tanto que después, a la hora de solicitar un empleo, directamente pregunté por Neonatología, y justo había un contrato”, explica.

Fue durante el periodo de prácticas, precisamente, cuando Laura conoció al doctor Fernández Trisac, actual jefe de la Unidad de Neonatología del Chuac, y quien fue su médico hasta los 3 años de edad. “Mis padres siempre me habían hablado de él y lo tenía muy presente, aunque no lo conocí hasta que entré a hacer mis prácticas de Enfermería en el Materno. Ahí fue cuando vi que estaba él de jefe de Neonatología, y me hizo muchísima ilusión”, comenta esta joven enfermera coruñesa, antes de describir cómo fue su primer encuentro con el que ahora es su jefe. “Estaba de turno con otra enfermera, y no sé exactamente si me preguntó ella que por qué yo había querido estar allí, o cómo fue. El caso es que le conté mi historia, ella me comentó que justo estaba de guardia el doctor Trisac y ya fue cuando nos conocimos. Trabajar con él, poder verle ahora hacer intervenciones, pautar tratamientos… me hace mucha ilusión. Y a mis padres también. Siempre me preguntan: ‘¿Qué tal Trisac?’. Le están muy agradecidos”, resalta.

Y es que sacar adelante a Laura, una gran prematura [se denomina así a los pequeños nacidos antes de la semana 32 de gestación] no fue una tarea fácil. “Cuando conocí al doctor Trisac, estuvimos revisando juntos mi caso, porque me hacía mucha ilusión. Nací en la semana 30 de gestación y pesé unos 1.300 gramos. En aquel momento era muy poco, aunque ahora en Neonatología sí tenemos a niños con bastante menos peso y que se sacan adelante. Pasé varias semanas en la UCI de la Unidad, me daban positivo los cultivos de bichos y todo... Fue un caso complicado. Mi padre lo recuerda como una tragedia porque, además, no le gustan nada los hospitales, y mi madre también estuvo en la UCI. Tanto, que tardaron mucho en dar el paso de intentar tener otro hijo, de ahí que yo le lleve ocho años a mi hermana, que tiene 16”, resume esta joven enfermera coruñesa. “Además, cuando era pequeñita, siempre estaba enferma. Todos los inviernos tenía problemas de vías respiratorias superiores, de modo que mi infancia sí la recuerdo con visitas frecuentes al hospital”, prosigue Laura, y aunque no le “gusta hablar mucho” de su vida, reconoce que, “en alguna ocasión”, sí ha compartido su historia, a pie de incubadora, con padres de niños ingresados en la Unidad de Neonatología del Materno coruñés, porque suelen “estar muy agobiados” y “eso les reconforta”. “Conocer que yo misma pasé por la Unidad y que ahora estoy muy bien les ayuda a tranquilizarse”, expone.

“Esto es algo que ya nos está empezando a pasar alguna vez más, encontrar en nuestro equipo a profesionales, o incluso que pasen por aquí estudiantes de Medicina, que en su momento estuvieron ingresados en Neonatología. No obstante, el caso de Laura es bastante especial, porque está trabajando en la Unidad con niños prematuros, con parte del equipo que la atendimos en su momento, y ahora está atendiendo ella a pequeños en esas circunstancias”, subraya el doctor Fernández Trisac, quien hace hincapié que él no es el único profesional “en activo” que contribuyó a sacar adelante a la protagonista de este reportaje.

“Algunas de las enfermeras que entonces formaban parte del equipo todavía están, al igual que la doctora Maribel Taboada, también neonatóloga”, refiere el actual jefe de Neonatología del Servicio de Pediatría del Chuac, que el pasado 3 de enero cumplió tres décadas en el Materno. “Ver casos como el de Laura le da sentido a todo lo que nos hemos dedicado a lo largo de nuestra vida. Es muy difícil describir con palabras lo que se siente, pero es lo que te hace levantarte, cada día, para venir al hospital. Trabajar con niños prematuros, que tienen muchos problemas y que te dan muchos quebraderos de cabeza durante la hospitalización, luego tiene su recompensa”, destaca.

“La primera vez que Laura vino a trabajar a nuestra Unidad —continúa el doctor Fernández Trisac—, lo primero que me dijo al verme fue: ‘Recuerdos de mi madre’. Así la conocí yo en esta segunda etapa, porque en la primera etapa la tuve en mis manos, y la llevé en la consulta de seguimiento de niños prematuros hasta los 3 años de edad, pero no la había vuelto a ver. Y que un día aparezca aquí una enfermera a trabajar, y lo primero que me diga sea: ‘Yo soy Laura Parga, y estuve aquí’. Es muy gratificante”, reitera el jefe de la Unidad de Neonatología, quien llama la atención sobre el hecho de que, hace un cuarto de siglo, “sacar adelante a cualquier niño de menos de 1.500 gramos de peso era un reto”.

“Desde entonces, se ha conseguido mejorar la supervivencia con menor peso y edad gestacional, pero poder ayudar a un pequeños de 30 semanas de gestación y 1.300 gramos (a los que aún les faltan más de dos meses de maduración), sigue siendo un desafío. Cuando Laura nació, la Neonatología todavía estaba en una fase en la que hacíamos muchas más cosas con los niños. En la actualidad, la Medicina neonatal es menos invasiva, y los niños se ventilan de una forma más gentil. Hoy es difícil que haya que intubar a un bebé por su prematuridad, lo normal es que el soporte ventilatorio se pueda dar sin necesidad de hacer una intubación endotraqueal. La nutrición parenteral también ha mejorado mucho, y a nivel enteral disponemos de leche materna de banco y una asesora de lactancia materna (Alba Sánchez) a tiempo completo en la Unidad, asegurando que prácticamente todos los prematuros se van al alta con lactancia materna, algo que hace tres décadas no era fácil. Ha habido cambios importantes en los últimos años, pero el caso de Laura era de alto riesgo entonces y lo sigue siendo hoy”, recalca, antes de reivindicar: “El equipo de enfermería neonatal es fundamental, absolutamente imprescindible en la atención que requiere un neonato crítico. Y, desde hace años, hemos implicado a los padres y madres en los cuidados de sus hijos, y eso definitivamente nos ha hecho mejorar”.

Incide, en este punto, el jefe de la Unidad de Neonatología del Chuac en que la prematuridad es “un problema muy grave de salud” a nivel mundial. “Unos 15 millones de niños nacen cada año antes de tiempo, de hecho, la prematuridad es una de las causas más frecuentes de discapacidad a día de hoy, porque muchos pequeños —sobre todo, los de las edades gestacionales más extremas—, tienen algunas secuelas derivadas de haber nacido mucho antes de lo que les tocaba, y otros sufren problemas más adelante, de aprendizaje u otro tipo de trastornos”. No obstante, resalta, “una gran mayoría están muy bien”. “Hay que tener en cuenta, por tanto, que tener un niño prematuro no siempre va a significar que vaya a tener graves problemas de salud. La mayoría de las veces no va a ser así”, hace hincapié. Laura es el mejor ejemplo.

José Luis Fernández Trisac // Jefe de la Unidad de Neonatología del Chuac

“El desarrollo de la placenta artificial es uno de los grandes retos en el abordaje de la prematuridad extrema”

“La gestación humana, a día de hoy, no está preparada para nacer mucho antes de lo que corresponde la madurez. Venir al mundo antes de las 39-40 semanas, en principio, no es lo que debería ser normal, aunque la mayoría de los niños salen adelante”, apunta el doctor José Luis Fernández Trisac, jefe de la Unidad de Neonatología del Servicio de Pediatría del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera (Chuac), quien asegura que “uno de los grandes retos” en el abordaje de la prematuridad es el desarrollo de la “placenta artificial”, para “ayudar” a los pequeños que nacen “en el límite de la viabilidad”.

“Varios grupos científicos de todo el mundo (también en España) trabajan en el desarrollo de la placenta artificial, que no hay que entender como que un niño se va a poder gestar fuera del vientre de su madre. Este tipo de investigación se dirige a ayudar a los pequeños que nacen en el límite de la viabilidad. Un caso como el de Laura, que vino al mundo en la semana 30 de gestación y con 1.300 gramos de peso, probablemente, a día de hoy, no plantee muchas dificultades de cara tanto a supervivencia, como a buenos resultados. El problema lo estamos teniendo en los niños que nacen en las semanas 23,24,25... en los que todavía es muy difícil, con el conocimiento y la tecnología disponibles, evitar complicaciones. La placenta artificial está pensada para establecer un ‘puente’ que dé viabilidad y maduración a esos prematuros extremos hasta las semanas 28,29 o 30, cuando disminuyen los problemas”, detalla el doctor Fernández Trisac, consciente de que quizás él no vaya a ser testigo de ese avance —“creo que a muy corto plazo no va a llegar”, anticipa—, aunque confiado en que, “a medio plazo, la investigación neonatal y la placenta artificial” puedan contribuir “a solventar parte del problema de la prematuridad extrema”. “Habrá que abrir un importante debate ético y legislativo sobre el tema, pero estoy seguro de que algo de eso se va a hacer”, concluye.

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