Cuando el peligro está en TikTok

La muerte de un niño de 11 años en Reino Unido tras inhalar tóxicos mientras participaba en un reto viral reabre el debate sobre las peligrosas prácticas que circulan por las redes

Una adolescente consulta un teléfono móvil.  | // EFE

Una adolescente consulta un teléfono móvil. | // EFE / Alba Prada

Alba Prada

Este mismo mes fallecía un niño de 11 años en Reino Unido por participar en un reto popular en TikTok, conocido como Chroming. El desafío viral consiste en inhalar productos químicos tóxicos, como aerosoles de pintura, esmaltes o desodorantes, para grabarlo en vídeo y compartirlo en redes. Una práctica, del todo inconsciente, que puede provocar daños cerebrales, asfixia o paro cardíaco. La primera vez que se denunció este reto fue en 2009 y desde entonces varios jóvenes han muerto a causa del peligroso desafío. Pero no es el único que se ha cobrado la vida de muchos adolescentes. Y es que bajo la apariencia de simples juegos, una buena parte de los retos virales son en realidad una especie de challenge macabro, que acaba provocando lesiones a quien los lleva a cabo, o incluso la muerte.

La mayoría de retos tienen un público claro: los adolescentes. “Tiene que ver por esa supuesta impulsividad, o esa idea de hacer cosas salvajes o probar situaciones novedosas. También puede influir el desconocimiento de las posibles consecuencias”, explica el presidente de la Asociación de Terapia Familiar e Mediación de Galicia y psicólogo experto en adolescentes, Roberto Antón. “Con los años, la experiencia te lleva a meditar más tus actos, pero claro, cuando eres más joven no eres tan consciente de los peligros y quizás te tomas este tipo de retos como un juego y una oportunidad de probar algo nuevo”. Eso sí, el psicólogo aclara que este afán por buscar actividades de riesgo, no solo se da en los adolescentes, sino también en muchos adultos: “Muchas veces hablamos de los adolescentes con ciertos prejuicios y yo siempre trato de romper con eso”.

La dictadura del ‘like’

Las redes sociales llegan a ser tan adictivas que para muchos jóvenes tener un buen día depende del número de likes que reciban sus publicaciones en redes. Roberto Antón describe el caso de una paciente que acabó desconectando de las redes precisamente por ese problema. “Ella era consciente de que le estaba afectando a su autoestima. A lo mejor estaba en casa sin salir, vestida con su pijama y sin arreglar, y veía en Instagram como sus amigas estaban de fiesta y arregladas, y eso le afectaba”. Cuenta que además se ponía objetivos como llegar a “x” seguidores en Instagram y cuando lo conseguía, al ver que otra compañera tenía más, ya se ponía otra cifra mayor. “Era una obsesión. Las redes sociales tienen muchas cosas buenas, pero como todo, un mal uso puede ser preocupante”.

La adolescencia es además una etapa en la que es casi una necesidad imperiosa sentirse aceptado por el grupo, y por ende, es habitual que sean los más jóvenes los que acaben cometiendo más imprudencias en las redes con el deseo de agradar al resto. Un mundo digital que ocupa buena parte de su día a día y del que no pueden estar desconectados si quieren pertenecer al grupo. “Todo se produce en las redes: es donde ligan y donde hablan, y entonces el que no esté en determinadas redes, no existe”.

Control parental

Existen diferentes apps y herramientas de control parental para seguir de cerca los contenidos a los que acceden los jóvenes. Hoy en día es una opción a la que recurren muchos padres, pues les ha tocado criar a jóvenes conectados 24/7 a internet, un pozo sin fondo, en el que pueden acceder a golpe de clic a contenido impropio para su edad y peligroso. “Conozco gente que tiene bastante control, pero ellos son nativos digitales y siempre tendrán formas de hacer trampas. Por ejemplo, usar otros dispositivos, mismamente los portátiles o tabletas de los centros educativos. Creo que es muy complicado controlarlo todo”, considera Roberto Antón.

El psicólogo piensa que lo ideal es confiar en ellos. “Para mí es básica una comunicación fluida con los hijos e hijas de esas edades. Cuando tienen algún problema, lo ideal sería que ellos mismos sean capaces de resolver la situación, y en caso de no conseguirlo, sería buen que tuviesen la confianza suficiente con los padres para pedirles ayuda”, indica. “En mi consulta he tratado sobre todo casos de sexting, y pienso que lo que resulta más útil en esta situación es mantener una buena comunicación”.