El museo menguante de Man

La erosión y los temporales engullen cada año más esculturas del museo-jardín del Alemán de Camelle, pero el Concello no interviene para respetar su calificación de arte efímero

Paseo del espigón desde el museo-jardín.

Paseo del espigón desde el museo-jardín. / Museo Man de Camelle

Antía Suárez

Uno de los principales atractivos turísticos del pueblo de Camelle, en el Concello de Camariñas, es su museo al aire libre del Alemán de Camelle. Este museo-jardín recoge algunas de las obras artísticas de Manfred Gnädinger, un alemán que llegó a la costa gallega en la década de los sesenta y se enamoró tanto del paisaje como de la gente. Manfred se pasaría el resto de su vida en el pueblo como un ermitaño creando su arte, hasta su fallecimiento en 2002 después de la marea negra del Prestige.

Casa del Alemán.

Casa del Alemán. / Museo Man de Camelle

El paso de los años, los sucesivos temporales y la cercanía del museo-jardín al mar han hecho que cada vez se conserven menos esculturas, y es posible que llegue un momento en el que la obra de Manfred acabe desapareciendo por completo.

Desde el Concello de Camariñas, Begoña Tajes, concejala de Servizos Sociais, Igualdade e Comercio, confirma que, aunque sí se van a hacer arreglos en la caseta en mayo para acabar con las goteras y humedades, no está prevista ninguna actuación en el museo-jardín. Explica que tanto Carmen Hermo, comisaria de la exposición permanente en la Casa do Alemán y doctora en Bellas Artes por la Universidade de Vigo, como la propia Escola de Belas Artes, recomiendan no intervenir, ya que es un arte efímero. “Como arte efímero, su propio concepto es el de fugacidad en el tiempo. No debemos alterar la obra de Man, ya que su objetivo no era que perdurase en el tiempo”, sostiene.

Una reflexión que no comparten muchos vecinos de la localidad. Digna Rodríguez, de la Asociación Cultural A Folja da Faneca de Camelle, explica que “ya se debería haberse hecho un protocolo de conservación, evitando que la figuras cayesen, y si esto pasaba repararla al momento para evitar su pérdida”. “Esta es una batalla que la asociación vecinal A Pergoliña lleva dando desde hace muchos años al Concello, ya que para ellos es un arte efímero y, por tanto, tiene que perderse, mientras que para los vecinos de Camelle es la gran obra que tenemos que defender”, proclama.

Un pasaje lunar virgen

El museo se encuentra en una parcela donde Man, en una de las puntas de Camelle, justo al lado del mar. Todo comenzó con su casa, que construyó con la ayuda de los habitantes de la localidad y que decoró con sus característicos círculos, que adornan el muelle y otras partes del pueblo.

A partir de ahí fue creando arte alrededor de su vivienda: arcos, escaleras, fuentes, esculturas, un pequeño huerto, etc. Obras que hacía con elementos que iba encontrando en la naturaleza (cantos rodados, plantas, …) y otros materiales que le proporcionaban los habitantes del pueblo y que traía el mar (redes de pesca, cemento...).

La obra de Manfred se centraba en la naturaleza, en mantener una armonía con la costa y en expresar su yo interior, así como su filosofía y sus pensamientos.

La vida del Alemán era la de un ermitaño, que se alimentaba de lo que producía y vestía con sólo un taparrabos. Uno de sus pasatiempos favoritos era nadar de una punta de la costa a la otra, ya fuera invierno u otra estación. Según se explicaba en la exposición que se hizo de la obra de Manfred en el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), en Santiago, en 2020, Man percibía Camariñas como una belleza cruda, un lugar pacífico, de difícil acceso, donde vivir su soledad, un pasaje lunar todavía virgen, donde crear un mundo propio.

Arte ‘outsider’ en Galicia

La carrera artística de Man no se limita sólo al jardín-museo. Tras su muerte se descubrieron paquetes de fotografías y cartas que enviaba a los medios para dar a conocer su obra, además de fotografías, materiales naturales y plásticos que iba a utilizar en sus próximas creaciones, cuadernos de artista, otros tipos de libretas (como las libretitas de los visitantes), dibujos, móviles, colección de escritos de otros autores manipulados e incluso objetos personales que ayudan a comprender su obra en su totalidad. El trabajo artístico de Manfred englobaba todo lo que hacía, lo que era y lo que pensaba.

Su colección artística está organizada a partir de un sistema numérico y alfabético que él mismo elaboró. El CGAC explica que Man necesitaba codificar su mundo dentro del supuesto caos que trasmitía hacia el exterior, darle un sentido y orden a ese universo particular.

Muchas de sus obras están expuestas en el Museo de Man de Camelle, que, según explica Begoña Tajes “hoy en día es el epicentro cultural de Camariñas”. “En sus salas, además de poner en valor la historia y el legado de Man, se acogen periódicamente exposiciones de artistas de todo el país”.

“Manfred era un vecino más”

La relación del pueblo con el alemán siempre fue positiva, salvo por problemas puntuales de convivencia por anteponer su arte a las necesidades de los habitantes de Camelle, como ocurrió en los ochenta con la construcción del espigón.

En este suceso, el pueblo decide que es necesario un espigón para proteger los barcos del mar y Man se niega. Después de varias protestas y escritos que envió a las autoridades, consiguió que se modificase el proyecto de manera que se conservase la mayor parte de su terreno. Sin embargo, el alemán de Camelle no dejó ahí la cosa, sino que convirtió el espigón en parte de su obra, marcando su silueta en el hormigón, pintando círculos de colores y creando esculturas que adornan el paseo.

Pero incidentes como este no interfieren en el cariño que le tienen aún a día de hoy los habitantes de Camelle. Digna Rodríguez cuenta que “Manfred era un vecino más, diferente al resto, pero con una buena convivencia. Como artista, creo que está muy menospreciado, ya que, en otro lugar, ocuparía portadas de revistas de arte y se intentaría por todos los medios conservar su obra.”

Un museo casi desaparecido

Si se comparan fotografías del espigón del 2000 con las actuales, se puede apreciar que varias esculturas y elementos arquitectónicos han desaparecido. Digna Rodríguez explica que “lo que está dentro de la Casa da Cultura está conservado, pero para nosotros es lo menos atractivo de las obras de Man”, mientras que, para Begoña Tajes, es preciso “disfrutar y documentar sus creaciones para que las próximas generaciones puedan conocer su historia”.