¿Nos envejece la luz de las pantallas?

Se estudian los posibles efectos adversos sobre la piel por la sobreexposición a la luz azul que emiten teléfonos móviles, ordenadores y tabletas

m .González

La pantalla del móvil, ordenador, tablet, televisor e incluso las bombillas LED son fuentes de luz azul y tienen un impacto en nuestro organismo y nuestra piel. Si bien no hay investigaciones concluyentes que asocien la exposición a esta luz con problemas graves de salud, conviene estar atentos a posibles contraindicaciones.

“La luz azul HEV (del inglés High-Energy Visible) es luz con una longitud de onda de 400-500 nanómetros, que constituye aproximadamente un tercio del espectro total de la luz visible. Además de ser emitida de forma natural por el sol, las fuentes de luz artificial y numerosos dispositivos electrónicos de uso cotidiano (teléfonos móviles, tabletas, pantallas de ordenador…) emiten también este tipo de luz”, explica. Lidia Comba Pérez Pérez, médico especialista en dermatología y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

“Diversos estudios –prosigue– han demostrado que exposiciones, incluso de breve duración, a esta luz incrementan el estrés oxidativo celular, los radicales libres y los biomarcadores asociados al daño celular cutáneo y al envejecimiento e influyen en el deterioro de la barrera cutánea porque reducen la expresión de genes que regulan su integridad”.

Sin embargo, afirma que “por el momento, los efectos biológicos nocivos de la luz azul HEV sobre la piel se encuentran a estudio”: “Se ha comprobado que la exposición a esta luz puede influir en la aparición y el empeoramiento de trastornos de la pigmentación cutánea como el melasma (conocido como paño del embarazo), pero no existen datos concluyentes y certeros sobre la implicación directa de este tipo de luz en el desarrollo de otras enfermedades dermatológicas concretas ni en la formación de distintos tipos de cáncer de piel”, afirma.

“Existe luz azul de baja energía, utilizada en dermatología para tratar algunas dermatosis, y luz azul de alta energía (HEV), como la que proviene del sol, las luces LED o las pantallas”, especifica Yolanda Caramés, licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela y especializada en Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología, miembro también de la AEDV. “La luz azul (HEV) es la parte más energética del espectro electromagnético de luz visible. Esta franja es la más cercana al inicio de la luz ultravioleta A (UVA). Penetra hasta capas profundas de la piel y genera procesos perjudiciales, como envejecimiento cutáneo e hiperpigmentación”, explica.

“Aunque no se conoce exactamente el mecanismo, se sabe que la luz azul genera radicales libres similares a los que genera la luz UV, de ahí que pueda provocar daño celular o la rotura de las fibras de colágeno y de la elastina de la dermis, afectando al estado hídrico de la piel y a la barrera cutánea, provocando un mayor envejecimiento cutáneo y una mayor pigmentación, especialmente en las pieles más oscuras, en mujeres embarazadas, en personas con enfermedades fotosensibles o que toman medicación fotosensibilizante, así como aquellas que se someten a peelings o procedimientos de rejuvenecimiento facial”, advierte. “A pesar de estos efectos nocivos, similares a los de la radiación UV, descubiertos en la luz azul, hoy en día continúa siendo mucho más relevante el daño vinculado a la luz UV por su efecto carcinogénico asociado”, puntualiza.

“La luz azul sí que es un factor muy importante a la hora de que se generen cambios en la piel, tanto hiperpigmentaciones (manchas) como el fotoenvejecimiento, que se vayan degradando las proteínas de la piel colágeno o elastina y pierda tersura, se formen arrugas y demás”, coincide Alexandre Docampo Simón, graduado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela y especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología. “Está comprobado que la luz azul es un factor causal cuando hablamos de la luz azul que recibimos del sol, que es muy potente. Por otro lado, las pantallas emiten luz azul y por eso existe esa preocupación por si pueden también producir fotoenvejecimiento o empeorar las manchas”, prosigue Docampo, que pertenece al grupo de Psoriasis de la Academia Española de Dermatología y Venereología. “Los estudios que se han hecho al respecto parecen indicar que la cantidad de luz azul que emiten las pantallas, en comparación con la que emite el sol, es muchísimo más pequeña, por lo que, de momento, no se ha detectado que tengan muchísima capacidad de empeorar la piel, no quiere decir que no la tengan. No se puede establecer, de momento, que haya una relación clara entre la exposición a las pantallas y que vaya a empeorar la piel”, insiste el especialista de Gavín Dermatólogos.

“Por el momento, no hay una evidencia científica que señale que los posibles efectos de la mayor exposición a la luz azul a través de las pantallas en los últimos años —por el teletrabajo o el uso del móvil—, sean, en general, preocupantes por sí solos, pero podrían serlo si se añade a la que recibimos del sol”, sostiene Yolanda Caramés. “Esto se deberá tener en cuenta en las personas con gran hipersensibilidad a la luz azul y UVA que se exponen a fuentes externas e internas de luz azul durante un tiempo considerable. En estos casos podría explicarse un aumento de la deshidratación cutánea, el melasma y el envejecimiento prematuro”.

Este tema ya se ha tratado, por ejemplo, en el Congreso Nacional de la AEDV de 2019, donde se planteó un debate entre académicos para analizar la evidencia científica que existe al respecto. Entre las conclusiones, apuntaban que la clave para saber si la luz azul puede suponer un riesgo para la piel está en el grado de exposición que necesita esta radiación para generar un daño. ¿Cuántas horas se tendría que mirar el móvil entonces para generar dosis de luz azul que pudieran pigmentar la cara? Según algunos estudios, serían 48 horas seguidas.

Protección

“Para protegerse de este tipo de luz aplican las mismas medidas de fotoprotección que se indican para la población general en cuanto a la utilización de instrumentos de protección física como sombrillas, gorros y ropa y también en cuanto al empleo de cremas de protección solar. En el caso de éstas, deben utilizarse las de amplio espectro que indiquen expresamente en su envase que proporcionan protección frente a la luz azul HEV. También existen filtros que reducen la emisión de esta luz y se pueden colocar en las pantallas de los dispositivos más comunes”, apunta Lidia Pérez.

“No existe un procedimiento estandarizado y objetivo de medir la protección frente a la luz azul, como sí existe para la luz UV. Esto no quiere decir que sus componentes no hayan probado su eficacia, sino que no se puede medir cuánto o de qué manera lo hacen”, destaca la doctora Yolanda Caramés. “Muchos productos incluyen gran cantidad de antioxidantes que reducen los potenciales efectos de la luz azul a nivel de estrés oxidativo, pero la mayoría no llevan filtros específicos asociados. Los filtros más aconsejables son los que contienen óxidos de hierro, capaces de reflejar prácticamente todo el espectro visible, como los fotoprotectores con color”, subraya.

“Las cremas fotoprotectoras con filtros minerales (filtros físicos, como el óxido de zinc o el dióxido de titanio) protegen de este tipo de luz en mayor medida que otros que no los contienen y, en cualquier caso, deben emplearse productos que indiquen de forma clara y expresa en su envase que confieren protección frente a luz HEV, especialmente en los que se apliquen en la piel facial por ser ésta la que más padece los daños acumulativos de esta radiación”, puntualiza Lidia Pérez. “Por otro lado, teniendo en cuenta que la luz azul HEV contribuye a estimular la formación de radicales libres y el estrés oxidativo en las células, la utilización de fotoprotectores que incorporen antioxidantes y también la ingesta de antioxidantes orales pueden completar la protección frente a esta luz”, puntualiza Lidia Pérez.

“Lo que recomendamos es que, cuando hay algún paciente en tratamiento por algún tipo de manchas, por ejemplo, en ese caso no estaría de más protegerse un poco más de la luz de las pantallas e utilizar protección solar, incluso; pero, en el resto de personas, la cantidad de luz que llega de las pantallas en relación a la que llega de la luz solar es mínima”, destaca Alexandre Docampo, al tiempo que insiste en que “no todos los protectores solares filtran contra la luz visible”.

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