Los presuntos asesinos del pequeño Imran intentaron cambiar de imagen para que nadie los reconociera en su fuga. Así que acudieron juntos a una peluquería de León, ciudad a la que llegaron el sábado 1 de noviembre en un autobús que cogieron en la estación de Oviedo. Dijeron que querían un cambio completo, algo radical, que pasaba por cortar y teñir, ella (morena) de rubio. A los responsables de la peluquería la pareja les dio muy mala espina, por la petición conjunta que formularon y también por el aspecto.

Parecía que habían consumido alguna sustancia -él pronunciaba las frases con dificultad- y, además, estaban muy nerviosos. En ese momento, las fotos de la pareja, acompañadas de una orden de detención, todavía no habían sido difundidas, por lo que los empleados de la peluquería no los reconocieron como la pareja buscada para responder por el asesinato de un niño de dos años en Oviedo. Aún así, llamaron a la Policía Nacional.

Una patrulla se desplazó a la peluquería para tomar declaración a los empleados. Los agentes también recogieron muestras en busca de huellas, que analizó la unidad de Policía Científica. Las evidencias tardaron unos días en aflorar, pero tras un exhaustivo análisis, consiguieron identificar una huella -no ha trascendido sí de él o de ella- pero que confirmaba que, en efecto, los responsables de la peluquería habían hecho bien en llamar al 091. Las huellas situaban en León a la madre de Imran, Fadila C., de 21 años, y a su pareja, David Fuentes, de 33, ambos en busca y captura.

El Cuerpo Nacional de Policía centró todos sus esfuerzos en localizarlos en León y comenzaron a realizar entrevistas en el entorno de la peluquería. Las pesquisas iban dando sus frutos, sin embargo, tal y como explicaron fuentes policiales en León, la pareja era muy escurridiza: "Cuando llegábamos al lugar en el que habían estado, se acababan de marchar", indicaron.

Estas investigaciones situaron a los fugitivos en ambientes sórdidos. La sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que para comer y consumir drogas, habían comenzado a prostituirse. Las mismas fuentes indicaron que los dos jóvenes llegaron incluso a insertar anuncios en páginas de contactos de internet. Ofrecían sexo a cambio de ropa, alojamiento y dinero en efectivo. Para el contacto, facilitaban dos números de teléfono, que habían conseguido intercambiar -también presumiblemente por sexo- en los bajos fondos de la capital leonesa.

Drogas, prostitución, su foto en los medios de comunicación de todo el país, y la policía pisándoles los talones por asesinato. Los investigadores del caso creen que, ante esa situación, llegó un punto en que la pareja no aguantó más y decidió entregarse: "Ya no aguanto más" dijo al 112 David. Cuando le pusieron las esposas el joven comenzó a llorar. Ambos estaban, al parecer, muy drogados.