Acabadas las vacaciones de Navidad, Manuel, peón de la construcción, volvió al trabajo. Su primera jornada fue normal. Las cosas cambiaron al regresar a su casa de una aldea de Vilamarín (Ourense) el 7 de enero de 2013. Tras tomar una cucharada de puré de sobre, notó un sabor amargo que quiso aplacar con media taza de leche. La sensación fue la misma. Se marchó pronto a la cama y a la mañana siguiente se despertó aturdido, lento, "drogado", con problemas de reflejos en el lado derecho del cuerpo: "Me tropezaba la lengua". La Audiencia Provincial de Ourense juzga desde ayer a la exesposa de este hombre por un presunto delito de asesinato en grado de tentativa y por otro de maltrato familiar.

María José G.P., de 40 años, está acusada de envenenarlo suministrándole sus propias pastillas contra la ansiedad y la depresión. La Fiscalía cree que, además, golpeó a su esposo en la cabeza mientras dormía, mes y medio después de la intoxicación que lo llevó al hospital y a una parada cardiorrespiratoria de la que pudo ser reanimado. Llevaban 19 años casados.

Presuntamente, la mujer mezcló los comprimidos de la medicación que tenía recetada desde 2009 en el puré, en el cartón de leche contra el colesterol que solo tomaba él e incluso en vasos de agua y zumos que ella misma le dio, ya en el hospital, en las horas de visita. La mujer, que se enfrenta a 12 años y 4 meses de prisión, lo negó ayer todo. También declararon la víctima y una docena de testigos, la mayoría médicos.

La imputada, en libertad con orden de alejamiento, asegura que fue su exmarido quien le debió coger su medicación porque, a veces, "estaba deprimido" y eso dedujo cuando le comunicaron en el hospital que el estado de su esposo se debía a una intoxicación. Nada que ver con la versión de la víctima. "Empecé a sospechar de que tenía que ser ella cuando me hablaron de unas medicinas que yo no tomé", declaró. "No traté de quitarme la vida, solo tomaba lo mío", abundó.

La versión de la mujer tampoco cuadra con algunos testimonios. La médico de medicina interna que custodió al paciente durante dos semanas, hasta el alta, dijo que "casi todos los días hablaba con ella, pero nunca me dijo que Manuel tomara las pastillas".

El día que tomó el puré, según la acusada, el hombre ya llegó a casa mareado. Él lo desmiente. "Ella me dijo que lo había preparado igual que siempre", dijo. También defendió la mujer, frente a la acusación de un plan criminal, que fue ella la que llamó y fue a buscar a la médico de cabecera la mañana siguiente. O que cuidó a su suegra en casa después de que su marido recibiera el alta. La doctora, testigo, nunca prescribió al marido fármacos como los que casi lo matan, ni tampoco hay antecedentes de ataques epilépticos. María José sí que tenía pautados esos medicamentos.

El hombre empezó a sospechar de su pareja tras verse en el hospital por primera vez. No sufría mareos desde niño y nunca, según manifestó a los médicos, tomó los ansiolíticos y antidepresivos hallados en su sangre y orina. Desde su primer ingreso, el 8 de enero de 2013, mejoró con el paso de los días hasta un súbito empeoramiento que casi le cuesta la vida días después, y que se habría producido tras tomar agua y zumos envenenados.

Tras recibir el alta el 31 de enero, Manuel no volvió a confiar. De vuelta a casa la investigación no había concluido que la intoxicación fuera un presunto plan criminal, pero él extremó la cautela. Dejó de comer sin tomar precauciones. Solo ingería, testificó, lo que su esposa también se llevaba a la boca.