Empresarios gallegos que emigraron y montaron sus negocios en Venezuela conocen bien la angustia por la que pasa estos días la familia del gondomareño Jaime Carrera Cortegoso. En los últimos cinco años otros tres emigrantes de origen gallego fueron capturados para exigir un rescate y otros tres fueron asesinados. En noviembre del año pasado murió acribillado a tiros Pablo Jato García, natural de la localidad lucense de Triacastela en su finca de Los Llanos, a 500 kilómetros de Caracas. Pero los asesinos no pudieron llevarse nada porque los trabajadores de la finca salieron al oír los disparos y huyeron. La Policía detuvo al día siguiente a los dos autores del crimen, que habrían ido en busca del dinero de la explotación ganadera y de la fábrica de quesos del industrial. El ourensano Serafín Francisco Feijó falleció durante un asalto de un disparo en El Junquito, a 30 kilómetros de Caracas. Era octubre de 2012 y según su familia pensaba vender sus negocios y volver al municipio de Ramirás con su hermana. La tercera víctima mortal, un año después, fue un joven de 38 años, Adolfo Núñez Segade, hijo de emigrantes de Silleda. El empresario, que regentaba un aparcamiento, recibió varios disparos mortales cuando intentaron robarle el coche en el que viajaba en la capita venezolana. El caso de Juan José Cortés, dueño de varios restaurantes y natural de la localidad coruñesa de Cambre, sigue sin resolverse. Raptado en octubre de 2012, sus captores pidieron un rescate que habría sido pagado por la familia, pero el empresario nunca apareció. Un año después uno de los secuestradores aseguró que estaba muerto. En septiembre de 2012 la víctima fue el ourensano Lino Núñez Alvarez, de 73 años. El ourensano Juan Soto quedaba libre poco después de su rapto en septiembre de 2011 tras pagar su familia el rescate exigido.