Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real", sostenía Borges. "El mundo es pura ilusión, no hay nunca una réplica exacta de la realidad", advierte la coruñesa Susana Martínez-Conde, una de las neurocientíficas más reputadas en Estados Unidos, colaboradora del Nobel David Hubel en Harvard y directora con sólo 40 años del Laboratorio de Neurociencia Visual del Barrow Neurological Institute de Phoenix (uno de los centros neurológicos punteros en el mundo), colaboradora del Nobel David Hubel en Harvard, cuyas investigaciones han ocupado ya diversas portadas de publicaciones científicas tan prestigiosas como Scientific American (le acaba de dedicar una a principios de este mismo mes de junio), Nature o Proceedings of the National Academy of Sciencies.

La neurocientífica coruñesa se ha convertido además en un fenómeno mediático al haber convencido a varios magos estadounidenses de primer nivel internacional como James The amazing Randi. The Great Tomsoni o Apollo Robbins para que se sometieran a un experimento científico en Las Vegas que fue seguido con gran expectación por el rotativo The New York Times.

La visión científica de Susana Martínez-Conde rompe moldes. "El cerebro no intenta reconstruir la realidad tal y como es, sino que construye nuestra experiencia subjetiva, y la correspondencia nunca es total. Funcionamos con versiones propias, aunque bastante buenas de la realidad", aclara la neurocientífica coruñesa.

Sus investigaciones, que se encuadran en el gran reto del descubrimiento de las bases neuronales del cerebro que subyacen en la consciencia -el gran misterio por desvelar de la mente humana que Susana confía en que se alcance en unos cincuenta años-, pasan en este momento por descubrir cómo se genera exactamente nuestra experiencia visual en el cerebro, cómo se establece la conexión prácticamente mágica entre los circuitos neuronales y la luz que captan nuestros ojos. Y Susana está convencida de que algunas respuestas a este enigma se esconden en las ilusiones milenarias de la magia. "Los magos son grandes artistas de la cognición, porque, en el fondo, la magia es la manipulación de la atención -explica Susana Martínez -. La magia es una forma de arte que se remonta a siglos, si no a milenios, y en todo este tiempo han conseguido alcanzar un grado de sofisticación en la manipulación de la atención que justo acabamos de comenzar en la ciencia cognitiva. Nos hemos dado cuenta , por ejemplo, de que los magos tienen la intuición de que la atención del espectador se manipula de manera diferente dependiendo de si el movimiento de la mano del mago es curvado o rectilíneo. Esto nos ha sugerido la posibilidad de que estos dos tipos de movimientos estén activando dos diferentes sistemas óculomotores en el cerebro. Desde un punto de vista científico, resultaría apasionante probar que la milenaria manipulación de la atención practicada por la magia funciona porque en realidad está activando dos sistemas cerebrales diferentes. Eso es lo que estamos investigando ahora en colaboración con los magos".

Este desentrañamiento científico de la magia mereció el año pasado una portada de la prestigiosa publicación Nature, un reconocimiento al que Susana Martínez ya está acostumbrada, ya que Scientific American, la revista más importante de Estados Unidos en el campo de la investigación, la llevó también a su primera plana en este mismo mes de junio por sus hallazgos en el terreno de las ilusiones ópticas.

El gran escritor de ciencia ficción y divulgador científico Isaac Asimov señaló irónicamente en una ocasión que el hombre llegaría a desvelar los grandes enigmas del universo mucho antes que los de su propia mente. El conocimiento de nuestro hermético universo interior es aún la última frontera de la ciencia, a pesar de los asombrosos avances registrados en la última década.

"Sí, se ha avanzado mucho, pero queda muchísimo más por resolver -reconoce la neurocientífica coruñesa Susana Martínez-Conde-. Yo creo que la analogía con el estudio del universo también funciona en este sentido, que aunque quizás hemos descubierto muchas cosas sobre la naturaleza y los orígenes del universo, la cantidad de conocimiento es ínfima comparada con el conocimiento que queda por alcanzar. Y con el cerebro, que es el universo interior, ocurre lo mismo". Susana Martínez-Conde considera que los caminos abiertos en el intrincado laberinto de la mente están en sus comienzos. "El cerebro continúa siendo un gran misterio y va a seguir siéndolo todavía durante una temporada larga. Tenemos más de dos docenas de áreas en el cerebro dedicadas solamente al procesamiento de la información visual y apenas sabemos cómo funcionan las tres primeras y, aún así, no sabemos todo lo que hay que saber sobre ellas", concluye.