-Hace unos años era pesimista con la crítica española. ¿Ha cambiado algo?

-Hay que matizar mucho. La crítica cinematográfica se encuentra en una coyuntura muy diferente a la de hace 20 años. Primero, en positivo: en siete años se han multiplicado los espacios de crítica y reflexión con revistas online, blogs, etcétera, lo que va a dar pie a todo lo contrario, a un periodo de vitalidad extrema y reactivación. Cuestión distinta es lo que ocurre con la crítica tradicional. Hay una pérdida de influencia que deriva de las circunstancias de los medios de comunicación.

Desde hace tiempo, la crítica pierde espacio en los periódicos y demás medios. El repliegue de la crítica tradicional no le permite entender el mundo del cine, cómo evoluciona. Paradójicamente, pierde influencia y se da un redimensionamiento de la crítica. Pero hay revistas magníficas por internet... Hay mucho campo por delante.

-¿Cómo concilia su doble papel de crítico y director de un medio?

-Es otra batalla que tengo que librar en dos sentidos, entre mis compañeros que me piden más espacio para entrevistas y el papel de director que tiene que dar cabida a todo en un número limitado de páginas. Y lo hacen con mucho tesón.

-¿El cine no comercial se ha convertido en cine insostenible, prescindible?

-Prescindible en ningún caso. El árbol de la vida, por ejemplo, es un poema lírico, casi religioso, y no deja de ser una película con Brad Pitt que se defiende bastante bien. Gana la Palma de Oro en Cannes, es la más taquillera de Hollywood... Y no tiene nada que ver con Piratas del Caribe. Este tipo de cine encuentra su público, y esos espacios no son fáciles de conquistar para el cine más minoritario.

-¿Debería el cine español ser capaz de mantenerse sin subvenciones?

-El cine francés se protege más que el español. Y en toda Europa el cine sería casi inviable, salvo cuatro o cinco películas. Hay que acabar con ese mito de que el cine está muy protegido en España: recibe menos ayudas que la industria de la moda. Además, el papel prensa está subvencionado, la industria del calzado está subvencionada... Cuestión distinta es la dimensión cultural. Habría que estudiar con qué criterio se tienen que dar las subvenciones del Ministerio de Cultura. Creo que hay que abonar aquello que se defiende peor en el mercado, porque el cine de creación más interesante sería -es- inviable. El cine es complejo porque es una industria, pero también un medio de comunicación, patrimonio cultural y a veces es solo arte. La función de la cultura no es hacer negocio: ningún museo del mundo se mantiene con el dinero de las entradas. Y si no fuera por las ayudas estatales, películas como El verdugo no se habrían podido hacer.

-Muchas veces se subvencionan filmes que no se llegan a estrenar nunca...

-Esa realidad no es solo en España. En 2010 se produjeron 201 películas, una cifra gigantesca, la mayor de la industria española. La mayoría se han estrenado, algunas de ellas no, y una gran cantidad se ha estrenado mal. Hay un 60-70% que pasa enormes dificultades, y es un drama difícil de resolver. Desde los años 40 se han adjudicado las subvenciones siguiendo unos criterios que han ido cambiando de un lado o de otro del Gobierno. Habría que ir hacia un modelo lo más justo y equitativo posible. Por ejemplo, sí soy bastante crítico con la ley de cine, que es manifiestamente mejorable. Pero necesitamos también esa pluralidad en las subvenciones, que es lo que da salud a la industria.