-¿Qué le llama a escribir de dos olvidados en tiempos de frivolización? ¿No le dijo nadie que eso ya no vendía?

-Nunca pienso en eso; si no, no escribiría. Lo que me llamó la atención es la cantidad de gente que hablaba con sincera admiración de Marcelino tras su muerte. Me di cuenta de que la gente envidia los valores sólidos, y Marcelino y Josefina son héroes sin medallas, con una vida llena de esfuerzo y dignidad.

-¿Qué diría Marcelino al ver a un exlíder de CCOO flirteando con el PP?

-Él ya se apartó de la línea oficial. Estaba decepcionado de la política. Unos lo consideraban tozudez; otros, coherencia, pero él seguía donde siempre.

-Es significativo que el 15-M marque distancias con los sindicatos...

-Porque han bajado la guardia y perdido músculo; se han entregado a la molicie de los tiempos y el 15-M exige un cambio profundo, casi sin distinguir matices. Las minorías han contaminado todo el cesto y no hay matices.

-¿Hay izquierda en el Parlamento?

-Algunas personas intentan funcionar como tales, pero la izquierda hace mucho tiempo que está fuera del Parlamento. De todos modos, el 15-M es más de lo que parece. Vemos el iceberg, pero debajo hay mucho indignado en casa y muchos argumentos tras las protestas. Pueden cometer errores, pero la base es más solida de lo que parece.

-¿El mercado es peor tirano que Franco?

-El poder siempre es funesto cuando ejerce la fuerza. Los mercados son algo más sofisticado y difuso, un poder ejercido de forma más sutil, con una violencia que no es física. No sé cuál es el peor, pero sé que siempre hay problemas pendientes por resolver. Debe de ser la esencia de la vida: luchar siempre por nuestros derechos.

-Habla de Camacho como héroe humilde, ¿no es una contradicción?

-No, porque no hacía lo que hacía para conseguir premios o cargos. Ni siquiera pensaba en objetivos a corto plazo, sino en las generaciones futuras. La heroicidad de la resistencia, la del que lucha día a día, es la que salva el mundo, no ganar una batalla.

-¿Marcelino estaría hoy en Sol o en las plazas de los indignados?

-No me lo imagino porque era muy de disciplina, muy de otra época. Josefina dice que no va porque no le responden las piernas.

-¿La memoria histórica es necesaria?

-Lo imprescindible es la libertad para hacer lo que te pida la voluntad, más allá de leyes. Cuando se habla del Holocausto, nadie reprocha que se vuelva a hablar de lo mismo. Me parece esencial recuperar la memoria sin que sea elemento de agresión a los demás.

-¿Le asusta la uniformidad de pensamiento en los grandes medios de comunicación audiovisuales?

-Son sarampiones que pasamos y espero que me dejen algún hueco para decir lo que pienso, a mí y a otros, que no nos creemos sectarios. Me gustaría que hubiera menos politización y sectarismo en los medios de comunicación.