-En efecto, por el aniversario de D'Artacán estamos preparando los argumentos para una película en 3D que podría estrenarse en la Navidad de 2014 o a principios de 2015.

-¿Qué va aportar el 3D a su versión canina de la novela de Alejandro Dumas?

-El 3D está muy de moda, y tengo mis dudas sobre su viabilidad porque encarece la producción y la entrada de cine. Lo estamos considerando. El caso es que las distribuidoras nos han pedido que hagamos la película en tres dimensiones.

-¿Cómo van a modernizar a D'Artacán?

-Vamos a darle un lenguaje más audiovisual a todo, incrementando la riqueza, el volumen de personajes y la presencia de la música en la historia gracias a la tecnología digital. De lo que se trata es de usar la tecnología y de ponerla a nuestro servicio. El guión de D'Artacán ya es estupendo: hay buenos, malos, amor, mucha acción. Lo que funciona nunca hay que tocarlo.

-¿La animación infantil debe transmitir valores?

-Sí, yo lo he hecho siempre y lo sigo haciendo. En D'Artacán están los valores de libertad, lealtad y amistad. Con David el Gnomo fuimos unos adelantados con el tema del ecologismo. La constancia y la tenacidad están en La vuelta al mundo de Willy Fog. Pese a ello, decir que el primer objetivo de una serie no es la transmisión, este tipo de mensajes se exponen cuando la acción lo permite.

-¿Es una osadía hacer hoy día animación en España?

-Siempre lo ha sido. Incluso creo que antes más. La tecnología está facilitando las cosas y el mercado está muy segmentado: hay gente que desarrolla aplicaciones para tabletas o dispositivos móviles, otros se dedican más al videojuego... Hay muchos soportes para la animación. Lo que sí creo es que España tiene de los mejores creativos de animación del mundo. Las potencias son EEUU y Japón, vale, pues tienen un mercado mucho más amplio. Nosotros somos un país de 40 millones de habitantes que miramos a Suramérica o a Europa, un mercado complicado, con muchos países y muchas lenguas.

-¿Se sigue vinculando la animación a los niños a pesar de Los Simpson o South Park?

-Sí. De entrada el dibujo animado se asocia a los niños. Pero todo va evolucionando. Hace tiempo que se sabe que tanto el padre como la madre van al cine con sus hijos los fines de semana, y por eso los guiones de Pixar, por ejemplo, están subiendo mucho el nivel. Por otra parte, los niños están creciendo muy rápido en todo lo referido al desarrollo de las ideas. Tanto es así que es muy posible que aguantaran Bambi sólo diez minutos, mientras que los padres igual llorarían por la nostalgia que les produce el cervatillo. El dibujo animado tiene una ventaja por encima del cine tradicional y es que no envejece.

-¿Sería posible en España una serie crítica como Los Simpson?

-No. Ninguna cadena la aceptaría, son todas muy conservadoras.

-¿Por miedo a la autocrítica?

-Sí. En España no hay autocrítica, excepto en Cataluña, donde hay programas como Polònia o Crackòvia.

-De pequeña no quería que los dibujos me trataran como si fuese una niña.

-Es que el niño es mucho más listo de lo que nos creemos, por eso hay que tratarlo de tú a tú. De ahí que nosotros hayamos adaptado textos de Dumas, Salgari o Verne, destinados a adultos. Creo que la distinción entre adultos y niños es peligrosa. A los pequeños hay que darles más responsabilidad.

-Hay una decena de canales temáticos que emiten durante 24 horas dibujos animados. ¿Hay producción suficiente?

-De los diez que hay solo nueve son norteamericanos. Ya te puedes imaginar que colocan su producto. Por otra parte, es cierto que se repiten muchas series y capítulos, pero está demostrado que un niño puede ver un mismo episodio tres o cuatro veces sin cansarse. Es más, le encanta verlos muchas veces porque controla el final, lo conoce. Algo que no le sucede en una etapa de su vida que cada día descubre cosas nuevas.

-Lara dijo que si Cataluña se independizaba el Grupo Planeta se tendría que ir. ¿Sería el caso de BRB Internacional?

-No nos lo hemos planteado. Si sucediera, ya veríamos. A mí me daría igual porque los dibujos son universales, no están supeditados a una lengua determinada. Es un producto más universal y no importa tanto el lugar de producción.