Los médicos y voluntarios de ONG que trabajan en África para atender a los infectados por el virus del ébola están bastante "más concienciados" que los profesionales sanitarios de España acerca de la emergencia a la que se enfrentan. Este es el diagnóstico que realizan en la empresa Adaro Tecnología, con una experiencia contrastada en el suministro de trajes contra riesgos biológicos, ante la emergencia surgida en nuestro país al contagiarse una de las enfermeras que atendió al misionero Manuel García Viejo.

Ni costuras selladas ni aislamiento contra productos químicos líquidos. En la empresa, situada en el Parque Científico y Tecnológico de Gijón, sostienen que la única protección válida cuando se trabaja en situaciones de riesgo extremo -con pacientes ya infectados por el virus- son los trajes estancos -tipo 3, con protección frente a líquidos a presión- que incorporan un motoventilador que garantiza a quienes lo llevan disponer durante todo su uso -hasta un máximo de cuatro horas- de aire filtrado y limpio en su interior. Ese buzo fabricado en un composite multicapa (un tipo de material sintético) permite trabajar en condiciones de seguridad.

Tanto es así que en la empresa reconocen vivir en los últimos días "una auténtica locura", como asegura Luis Adaro, director de ventas. "Ya hay problemas de suministro y roturas de stock", reconoce el director comercial, Adriano García. Hoy mismo saldrán hacia el País Vasco con un pedido de la cápsula de aislamiento que facilita el traslado de pacientes ya infectados.

La multinacional que provee de estos equipos a Adaro para su comercialización posterior ha asegurado que España tiene prioridad sobre otros países. Cataluña también ha reclamado estos días equipos. "Y tenemos ofertas pendientes de Galicia, Madrid, Valencia, Andalucía y de las islas", apunta García sobre el ritmo frenético de pedidos en estas fechas. Por el momento solo los servicios de emergencia a nivel de calle (ambulancias) cuentan con estos dispositivos de protección. "Es más cómodo que cualquier otro sistema sin aporte de aire", explica Luis Adaro. El propio buzo incorpora para condiciones extremas, y como complemento al equipo, un chaleco de refrigeración que permite hacer más llevadera la carga fisiológica del dispositivo. El equipo completo se aproxima a los mil euros de coste.

Desde Adaro, argumentan que no solo se trata del traje adecuado para una emergencia sanitaria como el ébola sino que además se encuentra homologado por los máximos organismos de salud pública para garantizar la seguridad de los usuarios. A la ventaja de la comodidad de uso se suma la simplicidad de su retirada. "Aquí no hay ningún procedimiento, solo es necesaria una ducha de descontaminación antes de retirarlo", apunta García. Los guantes de nitrilo incorporados al traje así como la escafandra con pantalla panorámica de montura integral que facilita la visión del escenario de trabajo son algunas de sus características diferenciadoras frente a otros modelos. El traje utilizado hasta ahora es un modelo fabricado por la multinacional estadounidense Dupont con un coste aproximado de 14 euros, y diferentes tallajes a disposición del cliente, al que se le unen dos pares de guantes, sellados con cinta americana y la protección respiratoria con máscaras, como se hizo en el hospital madrileño donde resultó infectada Romero. En Adaro consideran que la concienciación ante el virus en África no es igual que en España. Tampoco el entrenamiento para usar los trajes. "Pueden tardar en quitar el equipo 20 minutos y siempre están con un compañero monitorizando el proceso; ese entrenamiento no se hizo aquí", constatan. La sanidad española no ha demandado estos equipos estancos pese a que el cumplimiento estricto de los protocolos del Ministerio obligaría incluso a los centros de salud a disponer de ellos. "La recomendación nuestra, con pacientes confirmados con ébola, es ir con traje estanco", argumentan.

Las cuestionadas medidas de seguridad en el entorno de la enfermera infectada han llevado a "altas instancias" de la administración sanitaria a retomar una idea que Adaro puso en marcha hace ocho años, en los principios de la gripe aviar. "Nos dijeron que era una locura cuando planteamos convertir una habitación de hospital en una habitación de aislamiento, constantemente monitorizada, con información del personal que entraba y salía y que permitiera enviar alarmas si se modificaba la presión en su interior", explica García. Ayer, cuentan con discreción, les pidieron desempolvar ese proyecto.

Pero no ha sido con la crisis del ébola cuando han empezado a trabajar con equipos de bioprotección. Con las primeras alarmas por la gripe aviar ya enviaban kits a toda España. A los trajes de buzo se suma una campana de evacuación de dos metros de longitud con doce orificios con sus correspondientes guantes para operar desde el exterior sin entrar en contacto con el paciente. Cuesta cinco mil euros. Lo están suministrando para estaciones de descontaminación masiva y servicios de emergencias.