En su libro de memorias -Mi último suspiro- cuenta el cineasta Luis Buñuel, que mantuvo contacto con el artista en París un curioso episodio relacionado con unos dibujos juveniles de Picasso, que por entonces ya era un pintor sobradamente conocido y reconocido.

"Hacia 1934, el ceramista catalán Artigas, amigo íntimo de Picasso, y un marchante hicieron una visita en Barcelona a la madre del pintor, quien los invitó a almorzar. Durante el almuerzo, la señora reveló a los dos hombres la existencia en la buhardilla de una caja llena de dibujos hechos por Picasso durante su infancia y adolescencia. Ellos le piden que se los enseñe, suben a la buhardilla, abren la caja, el marchante hace una oferta y se zanja la operación. El hombre se lleva una treintena de dibujos".

Algún tiempo después, el marchante expone los dibujos en una galería parisiense de Saint-Germain-des Prés, sigue narrando Buñuel, y Picasso acude invitado a la inauguración. "Mira los dibujos, los reconoce y se muestra emocionado. Lo cual no le impide, a la salida del vernissage, ir a denunciar a la policía al marchante y al ceramista". La foto del ceramista Artigas llegó a salir publicada en un periódico "como si se tratara de un estafador internacional", señala el director de películas como La edad de Oro, Viridiana o Tristana.

Cuáles serían esos dibujos de la infancia y adolescencia que guardaba la madre de Picasso es una incógnita. ¿Estarán hoy en el Museo Picasso de Barcelona? ¿Los habremos visto en A Coruña? ¿Seguirán en manos de sus numerosos herederos?

Picasso fue siempre un filón. Y lo que se llama "el Picasso coruñés" para hablar de la obra que pintó en A Coruña en los años que vivió aquí, de 1891 a 1895, en particular. Más de alguno se ha jactado de poseer un picasso proveniente de la colección de su primer mecenas, el doctor Pérez Costales, algunos de cuyos cuadros legó a su criada, que acabó vendiéndolos.

Este año se ha podido ver en la ciudad buena parte de esa obra, en recuerdo de la primera exhibición pública que hizo de sus cuadros, hace 120 años, en esta ciudad. Entre lo expuesto había numerosos dibujos: sus famosos cuadernos coruñeses, las revistas ilustradas que confeccionaba y los estudios que llevaba a cabo en la Escuela de Artes y Oficios. Con anterioridad, en 2002, los mejores cuadros del artista adolescente también se pudieron ver en una gran exposición de la Fundación Barrié, cuya presidenta, Carmela Arias de Rábago, mantenía buena relación con algunos de los herederos, en especial con su hijastra, Catherine Hutin.

Uno de los cuadros de este período salió a subasta en Christie´s, en Londres, en 2012: Retrato de Modesto Castilla disfrazado de moro, pintado a los 13 años, alcanzó una cifra récord, 2,5 millones de euros, cuando la casa de subastas calculaba venderlo en 185.000 euros. Con anterioridad -en 1989 y 2000- se habían subastado otros dos picassos pintados en A Coruña, a donde su familia se había trasladado cuando el padre logró una plaza de profesor de Dibujo en la Escuela de Eusebio Da Guarda.

La antigua Fundación Caixa Galicia posee desde 2002 dos dibujos, Escena popular gallega / Caricatura de toro y torero (1985). De esta etapa es también una maternidad adquirida por un coleccionista extranjero en 2010 en Barcelona.

Enrique Mallen, creador del Online Picasso Project, pronosticaba ese mismo año que estas obras de adolescencia saldrían poco a poco a la luz, entre ellas "varios retratos coruñeses", pendientes de que los herederos las certifiquen.

Pero la mayoría de las obras de la etapa coruñesa de Picasso está en manos de los herederos del pintor y en varios museos, principalmente en el Museu Picasso de Barcelona, a donde llegaron por su propia decisión.

Catherine Hutin, hija de Jacqueline Roque, la última mujer de Picasso, conserva alguna obra del periodo coruñés. ¿Se la han pedido alguna vez? "Nadie me ha pedido nada", aseguraba en 2010.

"A Coruña pudo tener el mejor museo Picasso de todo el mundo, él lo hubiera dado todo. Con un pequeño gesto bastaba, pero las autoridades franquistas prefirieron salvar su puesto a poner en su casa un cartel con el nombre de un comunista", decía el periodista gallego Antonio D´Olano, que solía llevarle percebes.

En los mismos términos le habló al actor coruñés Fernando Rey en París, en la época en que rodaba Tristana con Buñuel. Y con el tenor Antonio Campó también rememoró en Aix-en-Provence A Coruña.