El principio del año es como un cerro que permite ver el camino recorrido y otear, al menos una parte, del que queda por recorrer. Será bueno sentarse un rato y esperar a que la niebla se disipe, que estos últimos y primeros días está siendo muy densa, porque el río de las elecciones discurre al pie de la colina y ya se sabe que tarda un poco en despejarse. Hacia atrás se pierde ya el origen del serpenteante camino bipartidista que en sus últimos tramos se ha hecho especialmente duro y fatigoso, pero los caminantes pueden ver con claridad aquella fuente del 15M donde la expedición acampó y tomó fuerzas para ascender a la colina en que ahora están. Justo al pié de la colina los expedicionarios se organizan en mareas y oleadas, animándose a comenzar la ascensión, bastante dura pero muy corta. Tan corta que solo han podido llegar a esta loma, que está más lejos de lo que pensaban del final de su viaje. Sopesan ahora lo que les queda por delante y otean el horizonte. Los senderos se bifurcan y multiplican al tiempo que, aunque más estrechos y tortuosos, se mantienen viables los dos caminos principales, que eran únicos en las rutas del pasado. Esto abre nuevas posibilidades pero entraña también nuevas dificultades para acertar en la elección de la senda a seguir u optar por el campo a través, que se presenta como la distancia más corta, pero se duda mucho de que sea practicable. Por otra parte, desde esta colina no se percibe con nitidez el punto de llegada, un tanto borroso en lontananza, además de que ya está claro que quedan todavía lomas, montes y collados por escalar y que será necesario hacerlo aunque solo sea para tratar de ver con claridad el final preciso de la ruta.

La mala noticia para los viandantes es no haber llegado todavía y comprobar que llegaran más tarde de lo que habían soñado y previsto. Y la buena es que ya no sirven los caminos trillados ni para los viejos peregrinos de oficio, porque no llevan a ninguna parte, y que su poeta de cabecera tenía toda la razón del mundo: "se hace camino al andar". Y en esto precisamente encontrarán la dicha las generaciones nuevas que asumen su destino, no practican sendas trilladas y no se limitan a mirar atrás. Son felices transeúntes.