Como cada año, los sindicatos han promovido y encabezado las manifestaciones del 1º de Mayo con muy magra asistencia y escasa relevancia. De jornada de lucha y reivindicación el 1º de Mayo ha pasado a ser un mero rito de conmemoración cuasi fundacional al que concurren algunos nostálgicos inasequibles al desaliento, liberados de las organizaciones y delegados de alguna empresa en conflicto. Los obligados discursos de los líderes suenan a sermones sabidos y repetidos, predomina lo festivo sobre lo reivindicativo y las consignas son más jaculatorias que expresiones vivas de demandas colectivas sentidas. Allá se fueron los tiempos en que las movilizaciones sociales eran prácticamente exclusivas de los sindicatos. Hoy son otras plataformas menos domesticadas, no institucionalizadas y también más circunstanciales las que surgen y son más eficaces para hacer visibles e incómodas para los mandarines las demandas sociales. Un ejemplo de esto lo tuvimos estos últimos años en las diversas mareas de distintos colores que promovieron, organizaron y encabezaron la mayor parte de los movimientos sociales, que lograron poner en primer plano las aspiraciones y la defensa de los intereses de unos u otros colectivos afectados y que generalizaron las movilizaciones en plena crisis. Los sindicatos fueron a remolque, se colocaron a la defensiva y se ocuparon más de defenderse, como tales instituciones, de los zarpazos que les asestaron desde el poder que de impulsar la movilización de sus representados y de promover la contestación social. Ellos mismos reconocen autocríticamente que solo están respondiendo a intereses muy específicos de una parte, menor y decreciente, de los trabajadores asalariados, preferentemente fijos, y que no logran conectar con esa nueva clase obrera en alza que hoy llaman precariado. El envejecimiento y apoltronamiento de sus cuadros, la excesiva dependencia de las subvenciones públicas, la caída constante de la afiliación y su incapacidad o lentitud para amoldarse a los cambios sociales y laborales del mundo del trabajo son algunos de los problemas que los están ahogando. Por el bien de todos debieran hacérselo mirar.