Se vino hace siete años de Senegal porque tenía un amigo que vivía en A Coruña. Su primer y único hogar en la ciudad está en la calle Mosteiro de Bergondo así que lo único que conoce a fondo es O Ventorrillo y el Agra do Orzán, donde tiene su locutorio.

Fal se casó el año pasado con una "chica gallega" -especifica- y asegura que es "feliz" en A Coruña. Nadie puede decirle que no se ha integrado en la ciudad, habla castellano con sus clientes y tiene, entre la mercancía que vende en su locutorio de la calle Entrepeñas, todo lo que se necesita en una casa: productos de limpieza, de aseo, chocolatinas, auriculares, legumbres, bombonas de butano, chicles, caramelos y galletas.

Hay guiños a su país de origen en el mostrador y precios de todo tipo para que sus clientes puedan ponerse en contacto con sus seres queridos del otro lado del mundo.

"Me gusta esto porque aquí tengo a mi familia y a mis amigos. No sé si me gustaría vivir en otro barrio, nunca probé cómo es vivir en otro sitio", explica Fal. Su amigo Tyson Badji llegó a A Coruña hace ocho años. Nació en Ginebra (Suiza) y, antes que él, vinieron a la ciudad sus hermanos. El primero, procedente de Italia hace ya doce años.

Le gusta el Agra do Orzán, "no hay problema", explica, aunque se queja de que la crisis ha alterado un poco la concepción que los vecinos tienen de los inmigrantes.

"A mis hermanos no los están tratando bien ahora. No nos quieren, hay personas racistas que piensan que cuando llegamos nosotros se acaba el trabajo, pero no es cierto", explica Tyson Badji, que trabaja también en el locutorio.