-¿Es difícil dialogar y llegar a acuerdos con los placeros, convencerlos?

-No es difícil, tampoco fácil. Cada uno tiene un concepto distinto de lo que es inmediato. Placeras veteranas te dicen que no les merece la pena que hagamos obras porque se jubilan en un año o se les acaba la concesión, mientras que otras más jóvenes piden cambios porque si no pierden clientes. El consenso es complejo siempre, pero la gente es lista y tiene claro lo que hay que hacer.

-Se lo pregunto por las demandas de los placeros de Santa Lucía, que no quieren dejar de vender en el barrio durante la reforma y piden ocupar puestos provisionales en el barrio.

-Son inquilinos privados y se les acaba la concesión. No les podemos crear un mercado provisional. La ordenanza permite dar ocupaciones temporales y se las hemos ofrecido en la plaza de Lugo, pero no quieren porque su cartera de clientes está en su propio barrio. Es un tema difícil, ellos lo saben y yo les entiendo. Estamos buscando soluciones.