"El problema ya venía de atrás, pero este año se ha notado más y el que viene va a ser mucho peor", advierte Nuria Rodríguez, presidenta de la Federación Gallega de Salvamento y Socorrismo, acerca de la situación que se cierne sobre las playas gallegas por la falta de socorristas. El caso de Miño, cuyos arenales perdieron las banderas azules que lucían desde hace años, es solo la punta del iceberg, ya que son muchos los ayuntamientos que han tenido dificultades para contratar socorristas, lo que supone un grave problema para las localidades que dependen del turismo, ya que no pueden garantizar la seguridad de los bañistas.

Para Nuria Rodríguez, el origen de este problema es el decreto aprobado por la Xunta en 2012 que regula la formación mínima de los socorristas y que crea un registro profesional de estos trabajadores. En este momento ese registro solo tiene un carácter provisional, pero que el año que viene será definitivo y todos los socorristas tendrán que cumplir las exigencias del decreto para no quedarse fuera, por lo que vaticina que habrá "muchas más playas sin socorristas".

El decreto autonómico establece unas exigencias que Rodríguez califica de "muy elevadas", ya que los cursos para formar a los socorristas tienen un coste de entre 1.300 y 1.800 euros. A esto hay que unir que el de menor duración es de 340 horas, mientras que el más extenso alcanza las 420, lo que la presidenta de los socorristas equipara "casi con un máster universitario". Todo este esfuerzo económico y formativo es requerido para trabajar un máximo de tres meses en las playas, lo que desanima a muchos a la hora de inscribirse en los cursos.

Pero la Consellería de Presidencia, de la que depende la regulación de la actividad de los socorristas, tiene una opinión radicalmente diferente y recuerda que el certificado de profesionalidad puede ser obtenido por los socorristas en un centro homologado o mediante la acreditación de la experiencia previa o de una formación no reglada y que hay inscritos 4.705 socorristas en el registro de profesionales gallegos.

La Xunta destaca además que la Consellería de Economía subvenciona esta formación y que "gran parte de la formación que se da es totalmente gratuita", entre la que figura la que proporciona la Academia Galega de Seguridade Pública. A esto se une que los cursos de los centros homologados pueden realizarse con ayudas de la Consellería de Traballo para desempleados, de forma que las actividades "no tienen coste para los alumnos". El departamento añade que los centros también realizan los cursos sin ofertar esas ayudas y que es en ese caso cuando se cobra a los participantes.

Nuria Rodríguez admite la existencia de los cursos subvencionados, pero los considera insuficientes para la demanda actual, ya que solo se convocaron 4 de socorristas de playa y 4 de piscina, que fueron concedidos en su totalidad a Cruz Roja y la Academia Galega de Seguridade. En estas actividades solo pueden participar 15 alumnos por curso y se exige la utilización de una piscina con dos metros de profundidad, lo que reduce las posibilidades de organización. En cuanto a los cursos del Servicio Público de Empleo para parados, Rodríguez asegura que solo duran 30 horas y que no permiten acceder al registro de socorristas.

"Veíamos lo que iba a venir y no nos equivocamos en nada, ya que hoy no hay ninguna comunidad que nos haya imitado después de cuatro años", comenta la presidenta de la federación sobre el momento en que se gestó el decreto de la Xunta sobre el socorrismo. Los directivos expusieron su visión del problema al anterior y al actual director xeral de Emerxencias, pero sus planteamientos no fueron escuchados.

"Legislaron sin saber cómo trabaja el socorrista, no comieron arena en la playa para saber lo que hace", se lamenta Rodríguez, quien destaca que su colectivo es partidario de la profesionalización del socorrismo, aunque advierte: "Hay que ver hasta dónde llegan las exigencias, porque si se cobran más de mil euros por un curso la gente prefiere irse a trabajar de camarero o de monitor de campamento".

Los socorristas son conscientes de la importancia del trabajo que realizan y de la necesidad de formarse, pero consideran que el número de horas de formación que se les exigen es muy elevado para el tiempo que trabajan en verano. A pesar de la grave situación creada en varios municipios, la presidenta federativa está convencida de que la Xunta no modificará el decreto y que la única solución es que se proporcione ayuda económica a quienes quieran hacer los cursos.

Pero la falta de vocaciones no es el problema, puesto que la Federación Gallega de Salvamento y Socorrismo cuenta con más de un millar de niños que participan en sus actividades deportivas de salvamento, por lo que está convencida de que habría suficientes socorristas para las playas si los cursos contaran con subvenciones y tuvieran una duración menor.

"Hoy el socorrista tiene la sartén por el mango, hace diez años se podía escoger a los socorristas, pero hoy es el socorrista el que elige la playa en la que quiere trabajar", pone de relieve Nuria Rodríguez, quien señala que esta es "una profesión que no tiene paro en Galicia", por lo que está convencida de que la mayoría de los socorristas optan por los municipios donde se les ofrezca un salario mayor y un periodo de trabajo más largo. Contra esto juega el factor de que muchos ayuntamientos tan solo contratan este servicio durante los dos meses que subvenciona la Xunta mediante un plan de cooperación, por lo que donde como en A Coruña se ofertan tres meses de trabajo, hay menos problemas para lograr socorristas.

La escasez de profesionales fuerza además a los ayuntamientos a no retrasarse en las convocatorias de estos puestos de trabajo, de forma que los más diligentes se adelantan sobre los demás. Carballo fue así uno de los primeros en Galicia al convocar sus plazas en abril, al igual que Oleiros, aunque ambos se vieron obligados a efectuar otra convocatoria al no haber cubierto todos los puestos en la primera.

La pérdida de una bandera azul es para la presidenta de la federación "una cuestión política", pero lo que verdaderamente debe preocupar es la seguridad de las personas. Rodríguez asegura que la federación que preside ha colaborado con el Concello de Miño para intentar conseguir socorristas pero que ha sido imposible, por lo que cree que una localidad como esta, que en verano vive del turismo, "a lo mejor tiene que centrarse más en estas cuestiones y convocar antes las plazas".