La panorámica coruñesa que pintó Urbano Lugrís en 1952, inspirándose en la que dibujó Baldi en 1669, deja el bajo del antiguo Banco Hispano Suizo de la calle Real. Abanca ha asumido el traslado y restauración de la emblemática pintura para exponerla al público en sus oficinas de la calle Olmos. El director de proyectos de Arteca, Francisco Muiños, responsable del proceso, explica cómo han trabajado hasta ahora y qué pasos quedan.

-¿Qué problemas de conservación se han encontrado?

-Cuando Abanca nos llama, nos encontramos con un mural con problemas desde el punto de vista estético y artístico y estructural. Por un lado, tenía suciedad, manchas de líquidos, daño por el humo, alquitrán que se va pegando a la policromía y la va deteriorando. Con la acción de la humedad y el agua [detrás del mural había cuatro tuberías y a lo largo de los años hubo fugas], en muchas zonas la policromía estaba levantada o craquelada.

-¿Y a nivel estructural?

-La parte derecha presentaba unas fisuras en las que cabe una moneda. Una videoscopia nos permitió ver que muchas de las llaves que servían para riostrar el tabique contra el muro posterior habían perdido su finalidad al estar desprendidas. También descubrimos que sobre la tubería más gruesa se habían depositado, con motivo de unas obras en el edificio, escombros que, con el paso del tiempo y las vibraciones del tráfico de la calle Real, se fueron compactando y provocaron la rotura de ese tabique y una barriga importante en la zona derecha.

-Un panorama desolador, ¿tenía mucha esperanza de vida?

-Realmente no tenía sentido abordar solo una restauración porque no cambiaríamos para nada las condiciones medioambientales y de uso que se estaban dando en este local. Lo que se apuntó por parte de Abanca y nosotros corroboramos fue que la mejor opción era proceder a su extracción y posterior restauración. Y ya la guinda es la musealización, con la que estará al alcance de coruñeses y visitantes. Una cosa muy importante es que va a mantener su misma orientación y dentro del entorno donde están ubicados el resto de los lugrís de Pescadería. Con el visto bueno de Patrimonio hasta la fase que nos encontramos, es lo mejor para la obra.

-¿Cómo ha sido de delicada la extracción del mural?

-Muy delicada y con muchísima tensión. No era factible retirarlo de una pieza entera con estas dimensiones y con la fragilidad que tiene el tabique en el que está apoyado. Hubo que proceder primero a una protección total de la policromía, que se preparó para los cortes. Los cortes se estudiaron y consensuaron con Patrimonio. Se calculó su número en función del estado de conservación del muro soporte por sus fisuras y grietas para, al cortar, no provocar un mayor daño. Se han hecho siete secciones, no todas iguales. El peso total está en torno a los 1.800 kilos y las secciones oscilan entre los 150 y los 250. Los cortes se realizaron con disco de diamante para que la pérdida de policromía por el corte fuese de tres milímetros y será reintegrado con policromía por lo que no se va a notar en absoluto. Se hicieron unas estructuras metálicas y de madera, como cunas para recibir cada trozo que se cortaba. Y tras un proceso delicado y lento, hemos salido de esta fase con un éxito total, sin daños. Ahora estamos consolidando las secciones para moverlas con seguridad.

-Camino corto pero con riesgo.

-Sobre todo porque en dos de las secciones descubrimos que el deterioro es superior: nos encontramos que las cuatro lonchas del sandwich [ladrillo, mortero de cemento, preparación del autor y policromía] están separadas. Y esto provoca que haya una fragilidad brutal. Tenemos que hacer que eso vuelva a ser un uno. A finales de la semana que viene tendremos listo el proyecto, consensuado con Patrimonio.

-¿Ha habido algún proceso similar próximo?

-Tenemos la experiencia de otras obras similares, como un mural de Prego en Maxan. Y lugrises también se han extraído. Los que mejor conservación mantienen son los que se han movido de sus ubicaciones. Los que permanecen en su sitio, como era este caso y como otro que va a estar muy cerquita, el del antiguo Fornos, tienen una conservación muy mala. En el Museo de Belas Artes hay dos que hizo Lugrís en Madrid. En el restaurante A Mundiña en la Estrella, hay otro que se extrajo porque la zona en la que estaba era de una humedad altísima. Con el proyecto, nosotros vamos a conseguir que la lectura sea de pintura mural y no de cuadro colgado.

-¿Cuánto tiempo se demorará la la fase de restauración?

-Dos o tres meses una vez instalado en la nueva ubicación. Los trabajos van a ser visibles. La idea de Abanca es que sea algo didáctico y que la gente pueda ser testigo del proceso. La extracción ha sido cerrada por seguridad pero se ha grabado absolutamente todo.

-Murales como los del Fornos en Olmos, en formas arcadas, ¿permiten realizar una operación como esta?

-Es más compleja. Lo que se debería proceder es a una restauración exhaustiva de toda esa obra porque su estado es bastante precario. Se puede conseguir extraer pero es complicado. Tenemos la experiencia de haber sacado una pintura mural del XIX en la capilla de la Azucena o San Pedro da Porta. Se extrajeron las pinturas murales de la bóveda. Todo es posible, pero si se puede evitar, mejor. Y lo que sí hay que proceder es a su restauración. Pero es una cuestión que en este momento no está planteada.