Juan Diego Pereiro decidió hace cinco años "cambiar de vida", dejó su trabajo en Santiago, que le obligaba a estar fuera de casa desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde y a ir en tren todos los días, para convertirse en emprendedor. Y, para cambiar totalmente sus hábitos, pensó en abrir un espacio de coworking "a cinco minutos" de su casa, en Novo Mesoiro. "Es un barrio joven, con 9.000 habitantes, así que pensé que podría interesarle a los vecinos", explica Pereiro, que asegura que el suyo es uno de los primeros centros de este tipo que se creó en Galicia.

Lleva el coworking, pero a la vez, trabaja en una empresa que todavía está en desarrollo, un portal de internet que ofrece trabajo a formadores y que conecta a demandantes de formación con personas que ofertan ese servicio.

En Novo Mesoiro, Pereiro cuenta con veinte puestos fijos, que asegura que ya están cubiertos y con diez flexibles, es decir, que los usuarios, cuando llegan al centro, se sientan en la mesa que está libre. Pereiro dice que él ofrece el espacio y que, lo de conocerse e interactuar ya es cosa de cada uno de los usuarios, aún así, los viernes, todos los que quieren, se van a tomar una cerveza y cada tres meses hay una cena, incluso muchos comparten la hora de la comida, cuando les pilla en medio de la jornada laboral, pero además de mesa y mantel, comparten formación, cursos y actividades.

"Yo monté el coworking sin pensar en que fuese un negocio y eso fue un error", dice Pereiro, con cinco años ya de experiencia en este sector. "La Administración, al final, nos hace la competencia, porque nos dicen que emprendamos y cuando lo hacemos ellos construyen espacios similares con dinero público y con nosotros no cuentan para nada", comenta Pereiro. En Novo Mesoiro hay, aproximadamente, treinta usuarios. "Nunca coincidió que viniese alguien que no pudiese trabajar", dice.