El diseño editorial latinoamericano protagoniza la última exposición de la Fundación Luis Seoane, Cómo se imprime un libro. Grafistas e impresores en Bos Aires 1936-1950, que permanecerá la entidad hasta el próximo 1 de abril. La muestra, que reúne cerca de un centenar de volúmenes y una docena de editoriales, se adentra en la conocida como época dorada de la edición argentina a través de varios de sus diseñadores más reconocidos, con el fin de desvelar su contribución al universo plástico literario y su papel como pioneros en el grafismo del país.

Attilio Rossi, Grete Stern, Horacio Coppola, Jakob Hermelin y el propio Seoane son los responsables de la estética de los volúmenes expuestos. Los grafistas, exiliados del fascismo, sirvieron durante las décadas del 36 al 50 como puente estético entre las editoriales latinoamericanas y la Imprenta López, de la que surgió el título que bautizó y dio pie a la exhibición. "El nieto del fundador de la imprenta, Daniel López, vive en A Coruña desde hace años. Fue él quien trajo a la Fundación Cómo se imprime un libro", explica el comisario de la muestra, David Carballal, en referencia al volumen sobre el que gira la exposición.

Se trata, según el coordinador de la muestra, de "una obra maestra del diseño". Un fotolibro lanzado por López en el 42 como regalo a sus clientes, centrado en el método para la producción de una obra, y que incluye el diseño de Rossi y las imágenes de Coppola y Stern. Las investigaciones que partieron de él, fueron los que dieron lugar a la exposición coordinada por Carballal, que apunta como principal novedad del estudio su enfoque desde el punto de vista estético. "Esta época se ha estudiado muchas veces desde las corrientes literarias, de sus autores, pero no desde el ámbito gráfico", asegura el comisario, que destaca piezas como Buenos Aires visión fotográfica, de Coppola y Stern, la colección Austral de Espasa diseñada por Rossi, y Mar dulce, "un trabajo de Seoane absolutamente fuera de serie".

El momento en el que estas impresiones nacieron fue un tiempo prolífico para la edición. Cuenta Carballal que, entre el 36 y el 50, "las cifras de producción de libros" se duplicaron varias veces en Argentina, que "empezó a producir todo lo que no se producía" en España -paralizada por la Guerra Civil-, y el resto de Europa, detenida acto seguido por la I Guerra Mundial. "El panorama latinoamericano que conocemos ahora surgió entonces. También había cantidad de editores y grafistas exiliados, así que la calidad aumentó", comenta el coordinador de la muestra.

Los protagonistas de la exhibición fueron algunos de estos diseñadores, que aterrizaron en las imprentas argentinas con una contribución de peso: "la llegada del libro industrial". Hasta el marco histórico de la exhibición, la idea imperante en la producción era la de los "libros sueltos". Grafistas como Stern, Rossi y Seoane "implantaron la idea del libro en serie y la figura del diseñador", un cargo que antes desempeñaba la editorial o la propia imprenta, y que pasaron a ejercer ellos, influidos por las corrientes artísticas de la época. "Un aspecto común en su diseño es el influjo del arte moderno", explica Carballal, que apunta también a la influencia resultante de la relación que existía entre ellos. "Todos se conocían. Fueron aprendices y maestros unos de otros", dice.

Cómo se imprime un libro. Grafistas e impresores en Bos Aires 1936-1950, se sumerge en su edición. Lo hace a través de todos los elementos que forman parte del universo plástico del libro, como el formato, la tipografía y las cubiertas, pero presentándolos de una forma "especial". "Lo que hicimos fue extrapolar el libro por medio de proyecciones, fotografías, ampliaciones de fragmentos... Dándole fuerza plástica", explica el comisario, que asegura que la exposición "muestra las obras como nunca se habían mostrado". "Los libros han recogido muchas veces el contenido de los museos. Nosotros hemos hecho que el museo recoja el contenido de los libros El resultado es espectacular".