En este Mundial de sube y baja, en el que tras los pasos de Fernando Alonso el resto de candidatos anda haciendo la goma, sucediéndose en las victorias y en los fiascos, combinando podios con abandonos, el alemán Sebastian Vettel apuntaba ayer su nombre como el del principal enemigo del asturianos al lograr la victoria en Singapur, su segundo triunfo de la temporada, tras el de Bahrein.

Una victoria con la que recortaba diez puntos en la general al español, que una vez más minimizaba daños con un grandísimo tercer puesto, y gracias a que descolgaba a un Lewis Hamilton que evidenciaba una vez más en Marina Bay tener el coche más rápido de la parrilla pero no el más fiable. Y es que la caja de cambios de su McLaren se negó a responder apenas cubierto el primer tercio de la carrera y cuando lideraba con autoridad la misma. Su cuarto cero de la presente temporada.

Con seis carreras por delante no puede descartarse aún a Hamilton pero sí cabe apuntar el nombre de Vettel en el primer casillero de la lista de los rivales de Fernando Alonso en la lucha por el título, intuyéndose un final de campeonato en el que los dos bicampeones más jóvenes de la historia se disputen el honor de ser también el más joven tricampeón.

Pierde Alonso ventaja sobre el segundo -llegaba a Singapur con una renta de 37 puntos respecto a Hamilton, se va con 29 ante Vettel-, pero la aumenta de manera más que importante respecto al resto de candidatos. Con Hamilton la renta asciende ya a 52 puntos (más de dos carreras), a 45 con Raikkonen, ayer sexto, y a 61 sobre Webber, décimo en Singapur.

Un buen resultado, un magnífico resultado incluso, teniendo en cuenta que todas las nuevas piezas que llegaron de la fábrica de Ferrari en Maranello para esta carrera acabaron en el cubo de la basura tras constatarse su inutilidad. El F2012 no tenía en Marina Bay la chispa que apuntaba en Monza en el anterior GP, y el quinto puesto en la parrilla ya parecía un buen premio ante el empuje de los McLaren y los Red Bull. Y hasta ese quinto peligró en la salida. El Ferrari no reaccionó tan rápido como en otras ocasiones y sólo el empeño y el arrojo del español le permitieron mantener la posición tras pelearse codo a codo en dos curvas consecutivas con Di Resta. Cuando logró tomar aire, Hamilton ya estaba a un mundo.

Más de un segundo por vuelta perdía el asturiano respecto a Hamilton, que mandaba con autoridad sobre Vettel, Button y un Maldonado que había cedido dos posiciones en la salida. No pintaban bien las cosas, pues el Ferrari no apuntaba opciones de mejora. Así quedó de manifiesto tras el primer paso por boxes, cuando Alonso debía requerir un esfuerzo extra a sus Pirelli para superar primero al Force India de Hulkenberg y luego al Sauber de Sergio Pérez para recuperar la estela de Maldonado.

El guión cambió de improviso poco después de superarse el primer tercio de la carrera (vuelta 23), cuando la caja de cambios del McLaren de Hamilton se negaba a responder y le obligaba al cuarto abandono de la temporada. La carrera cambió entonces de dueño, con Vettel al frente. La nueva situación insuflaba nuevos ánimos a Alonso, quien siempre ha considerado al británico como el principal rival de la temporada, aunque tampoco esa dosis extra le valía para arrebatar a Maldonado la tercera plaza en el segundo cambio de neumáticos justo al cumplirse el ecuador de la prueba (vuelta 30).

Si históricamente algo puede darse por seguro en Singapur, es la entrada más tarde o más temprano del coche de seguridad. Ocurrió en la 32.ª vuelta, tras un accidente de Karthikeyan, y mientras se formaba el trenecito el asturiano ganaba por fin esa plaza de podio después de que en el garaje de Williams detectaran un problema hidráulico en el monoplaza de Maldonado, que le obligaba a retirarse.

Tras un pequeño rifirrafe sin más consecuencias entre Button y Vettel al reanudarse la carrera en la vuelta 38, y una nueva aparición del coche de seguridad a la siguiente tras el enésimo despropósito de Schumacher, que embistió al Toro Rosso de Vergne, todo quedaba en comprobar si Alonso, con los neumáticos más gastados, tendría fuerzas para aguantar la posición. Las tuvo y alcanzaba un nuevo podio, el octavo del año, que le ha de saber a gloria tras un fin de semana realmente complicado debido a las debilidades del Ferrari.

Con Hamilton fuera de carrera; con Raikkonen y Webber de nuevo por detrás y con Button demasiado alejado como para ser temido, salir de Singapur dejándose únicamente diez puntos con Vettel es una gran noticia. Ahora sólo falta que Ferrari se ponga a la altura de Red Bull si de verdad aspira al título.