Hay días que es mejor no levantarse de la cama. Llueve, hace frío, sopla el viento y el mar, aunque un espectáculo visual con olas de hasta diez metros, se convierte en un peligro más. La alerta roja amenazaba ayer la costa coruñesa, pero fue la rojiblanca la que más daño hizo en el Palacio de Riazor. El Vic no tiene categoría de ciclón porque su fuerza es mucho más lenta, pero sí de un aluvión constante, sin parar, un agobio continuo. Todo superman tiene su criptonita y ante él el poder ofensivo del Liceo languideció, de más a menos hasta quedarse en casi nada. El vendaval le dejó sin argumentos, sin oposición. Y el paragüas en casa. Irreconocible. Los verdiblancos mantienen la segunda plaza, pero la brecha con el Barça crece hasta los 14 puntos mientras el Vic sube a la tercera y se queda a solo tres del Liceo.

Y eso que salió el sol. Con la inercia de la goleada ante el Vendrell los locales salieron enchufados y a los 42 segundos una combinación entre Jordi Bargalló y Josep Lamas acabó con la bola en las redes de la portería defendida por Grau. Pero a diferencia del Vendrell, que aplicó sin intensidad la zona que había preparado Guillem Cabestany, los jugadores del Vic se ajustaron en defensa y a través de ella, se volvieron a meter en el partido. Pudieron empatar pronto, pero Roca se estrelló contra el palo. Y pudo ampliar la ventaja Eduard Lamas, pero también dio con la madera. El que no perdonó fue Ordeig, aunque más bien con una ayuda grande de Malián. Un tiro suyo se coló por el medio de las piernas del portero verdiblanco para el empate.

La situación era como se esperaba. El Vic iba a esperar atrás y aprovechar cualquier error para salir a la contra. El Liceo intentaba romper la defensa de todas las manera. La movilidad individual y de bola era máxima, pero respondían sin vacilar los visitantes. La oportunidad llegó a bola parada. Un penalti que Lucas Ordóñez mandó a la escuadra. Los coruñeses querían más, intentaban conectar con el pivote y sorprender, pero les costaba crear ocasiones claras. El Vic unió a su fortaleza defensiva la efectividad. A un minuto para el descanso, pilló a la contra al Liceo, y aunque Bargalló solucionó momentáneamente el peligro, volvió a perder la bola y el tres para uno terminó en el 2-2 de Bartrés.

Se acabó el equilibrio. La azul a Eduard abrió el segundo tiempo. Aunque Malián frenó a Bartrés, la inferioridad pasó factura. Si es difícil atacar al Vic con cuatro jugadores, con tres se hace imposible. Aun así pudo marcar Lucas de falta directa aunque falló. Cuando se agotaban los dos minutos, un disparo de Rocasalbas se coló por el primer palo y se inició la debacle. Una combinación entre Bargalló y Lamas que a punto estuvo de finalizar el argentino fue el único atisbo de reacción. Después, cayeron uno a uno los goles hasta el sexto y pudieron ser más. El Liceo se fue de manos vacías y el Vic, de mariscada.