No lo dijo, pero Florentino Pérez podría haber echado mano de una de sus coletillas para presentar a Zinedine Zidane: nacido para entrenar al Madrid. Desde su regreso al club en el que culminó su carrera futbolística, en 2011, el francés (Marsella, 23 de junio de 1972) de ascendencia argelina parecía destinado a sentarse en el banquillo del primer equipo. Tras varios amagos y algún que otro malentendido, ayer llegó ese momento, uno de los más turbulentos en la historia reciente del club.

Como tantos exfutbolistas históricos, Zidane no ha necesitado un gran currículo como entrenador para llegar al banquillo de un gran club. La experiencia del francés como primer entrenador se limita a la temporada y media al frente del filial madridista. Zidane aceptó el encargo de devolver al Madrid-Castilla a Segunda tras el sorprendente descenso de la temporada 2013-14. No le fue bien en su primer intento, ya que el Castilla acabó la pasada temporada en quinta posición del grupo II de Segunda B, a dos puntos de la última plaza de la promoción de ascenso, el Real Unión de Irún. Esta temporada le estaban rodando mejor las cosas. El Castilla es segundo tras finalizar la primera vuelta, a cuatro puntos del líder, el Barakaldo, y con seis de margen sobre el Toledo, el equipo que encabeza la zona fuera de los puestos que permiten luchar por el ascenso a final de temporada. En las últimas semanas, especialmente desde el 0-4 del Barça en el Bernabéu, se había especulado con su ascenso al primer equipo, tras descartar la opción de José Mourinho. Hasta que ayer recibió la llamada de Florentino Pérez para que asuma el reto de devolver al Madrid a la senda de la victoria. No se conoce de cuanto tiempo dispondrá, ya que el club no ha comunicado oficialmente la duración de su contrato.