Sevilla y Betis dirimen hoy en la Copa del Rey su tercer derbi en solo 25 días, al que los sevillistas llegan con una clara ventaja tras el 0-2 de la ida, pero desconfían de la crisis de su rival, con la destitución del entrenador Pepe Mel y su relevo provisional por Juan Merino.

Los eternos rivales sevillanos afrontan esta vuelta de los octavos de Copa en una situación muy dispar, aunque en estos duelos de máxima rivalidad nadie se fía de los antecedentes inmediatos, pues en ambas orillas son conscientes de que un derbi es diferente, puede pasar todo y no es aplicable la supuesta lógica.

Más aún, ante el hecho novedoso del despido de un técnico dos días antes de un derbi, por la mala racha de juego y resultados, al ser el Betis decimoquinto en Liga con 20 puntos (a 5 del descenso), y llevar cuatro derrotas seguidas y ocho partidos sin ganar -tres empatados y cinco perdidos-.

Merino no ha tenido ni dos días para preparar la visita al Ramón Sánchez Pizjuán, después de que ayeer se haya hecho cargo del equipo como entrenador interino, al igual que en noviembre de 2014, cuando relevó a Julio Velázquez hasta la llegada, precisamente, de Mel.

A pesar de la convulsa situación en el conjunto verdiblanco y de la renta de dos goles que sacó en el Benito Villamarín, que ahora intentará rentabilizar seis días después en su campo, el Sevilla no quiere ninguna confianza y buscará desde el inicio sentenciar la eliminatoria.