Un gran gol de James Rodríguez en los momentos de más dificultad en el Santiago Bernabéu del Madrid desde la llegada de Zidane, sacó airoso al equipo blanco de un duelo trepidante ante el Athletic, que puso en apuros a base de presión a un rival que resucitó con el regreso de la imagen decisiva del astro colombiano y un doblete de Cristiano Ronaldo.

Parecía que una nueva salida al gusto de Zinedine Zidane, con intensidad, mordiendo al rival y marcando pronto para jugar en casa con todo de cara marcaría un nuevo triunfo del Madrid en el Santiago Bernabéu.

No fue así pese a que Cristiano abría el espectáculo a los tres minutos de alzarse el telón. En esta ocasión el rival subía el listón. Un Athletic valiente, con planteamiento notable de Ernesto Valverde, examinaría la solidez madridista.

Arrancaba un duelo de alta intensidad, de esos que dejan gran sabor de boca a cualquier aficionado al fútbol, con Benzema asistiendo a Cristiano Ronaldo, que en carrera recortaba con la izquierda y de diestra colocaba en la escuadra el primer tanto del partido. Cuestionado por la ausencia de goles en citas importantes esta temporada, dejaba una reivindicación en un día en el que estuvo fino.

La ausencia insustituible de Marcelo dejaba a Zidane sin su único lateral zurdo nato. La confianza y la falta de ella en Carvajal y Danilo provocaba que fuese el canterano el que se desplazase al costado izquierdo. Gran parte del peligro del Athletic llegó por el derecho. Con el brasileño siempre superado, como un flan tembloroso ante la presión del público del Bernabéu que ya lo ha señalado.

El gol en contra no frenó al Athletic, primer equipo en la era Zidane que presionó arriba al Madrid, puso un marcaje especial a Modric y Kroos para anular el centro del campo rival, y su valentía generó problemas continuos a un equipo incapaz de superar la primera línea de presión, que cedió la pelota al conjunto vasco y mostró debilidad en defensa.

El tanto del empate llegó con un regalo en la falta de entendimiento entre Varane y Keylor Navas. Las continuas llegadas del Athletic, fruto de su buena colocación y el sistema de Valverde, sacaban a relucir el único momento de dudas del equipo de Zidane como local. Beñat con De Marcos volvían a generar peligro ante una zaga sin respuestas. Fue justo cuando apareció James. Disfrutaba del partido, con mucha movilidad, asociándose con sus compañeros cuando generó una acción en la que se perfiló, se acomodó ante dos rivales a su zurda y colocó un balón imposible para Iraizoz. Por primera vez en su peor campaña en España volvía a sentirse decisivo. Así lo celebraba, repleto de rabia.

Restaban siete minutos para el descanso y no hubo tregua. Pudo empatar el Athletic inmediatamente, con Merino reclamando de nuevo penalti tras ver como su disparo lo desviaba Carvajal. El castigo excesivo llegaba cuando los equipos estaban a punto de dirigirse al vestuario. Cristiano cedía a Kroos, libre de marca, que con comodidad se giraba y sacaba un derechazo potente a la red.

El Madrid salió airoso de la primera mitad más exigente y en la segunda, sintiendo menos presión, tocó con más continuidad sacando provecho del desgaste físico realizo por el Athletic.

Las ocasiones se redujeron, con la mente de los madridistas inevitablemente en el regreso de la Liga de Campeones y su partido en Roma de octavos de final. Elustondo acabó marcando sobre la hora cuando el duelo ya estaba sentenciado. Cristiano había firmado su doblete y el Real Madrid mostraba que en el Santiago Bernabéu es altamente fiable. Le falta por corregir su falta de continuidad.