Brasil, con su prematura eliminación de la Copa América Centenario, no sólo dio un nuevo paso en su particular descenso a los infiernos del fútbol, sino que vio truncada la búsqueda de alternativas a la acuciante dependencia de Neymar.

Dunga había planteado la Copa América como una oportunidad clave para crecer como equipo, para preparar una constelación que se asocie con su estrella, pero su temprano adiós y su mal juego aumentó la sensación de que Brasil comparte los males de los equipos pequeños que sólo cuentan con una única figura aislada.

El equipo brasileño sólo pudo poner en práctica el plan de Dunga ante un rival muy débil como Haití y sus fragilidades quedaron al desnudo ante selecciones que están lejos de la elite sudamericana, como Ecuador y Perú, a los que ni si quiera fue capaz de hacer un gol.

La eliminación le privó de la oportunidad de bregarse ante rivales de más enjundia y en instancias más importantes, lo que habría sido deseable para favorecer la progresión de las jóvenes promesas recién incorporadas a la canarinha.

Coutinho y Gabriel dejaron sólo destellos de buen fútbol, a Willian le quedó grande la camiseta de figura y los sub 23 llamados a integrar el equipo olímpico en Río no tuvieron tiempo ni oportunidad.

Quizá la mejor noticia para Brasil en la Copa América fue el buen rendimiento de Casemiro en el puesto de centrocampista de contención y el gran nivel de sus dos laterales, Alves y Filipe Luis.

El sector ofensivo, sin embargo, dejó más dudas que certezas. Aún no se vislumbra un socio de garantías para Neymar y el puesto de delantero centro, siempre tan importante en Brasil, sigue vacante.

La defensa también hizo aguas, encajó goles en todos los partidos y hasta el portero Alisson, que llegó a la selección precedido de una buena reputación que le ha conducido a fichar por el Roma, quedó en evidencia con el gol en propia puerta que hizo ante Ecuador y que fue anulado por el árbitro.

El crédito de Dunga también se agota día a día. El técnico sólo hizo un cambio ante Perú -Hulk por Gabriel- y no fue capaz de esbozar una reacción tras el gol. Tras la eliminación, Dunga pidió paciencia y consideró que hace falta tiempo para lograr resultados; puso el ejemplo de Alemania, a la que le costó catorce años volver a ganar un Mundial y dio a entender que la sequía de títulos de Brasil podría prolongarse porque su trabajo de renovación está "en el comienzo".

Pero los sinsabores de las derrotas se encajan mal en un país como Brasil, muy acostumbrado altriunfo y que no gana un título importante, la Copa América, desde 2007.

Desde entonces la canarinha se ha sumido en una acelerada espiral de fracasos -con la excepción de la Copa Confederaciones 2013- y que tuvo su punto álgido en la apabullante goleada por 7-1 frente a Alemania en el Mundial.

La derrota ante Perú, la primera desde 1985, y la histórica eliminación en la primera fase de la Copa América son nuevos pasos en el vía crucis de esta selección