La selección italiana prepara el encuentro de octavos contra España con una sensación agridulce: le seduce tanto la posibilidad de vengar la goleada de la pasada final, como teme una nueva eliminación ante el equipo que cortó sus alas en las dos últimas Eurocopas. Entre la vendetta y el temor se mueve esta selección de Antonio Conte que fue ganando moral durante el torneo, hasta que se vio emparejada con la selección de España.

Llegó a Francia con muchas dudas, con un perfil bajo, y ha hecho de la unión del grupo su fuerza. Encuadrada en el grupo más fuerte, comenzó con miedo a sufrir una derrota ante Bélgica, en su debut en la Eurocopa, y su victoria por 2-0 desató la euforia. Los jugadores celebraron sobre el campo el triunfo como si de una final fuera y la afición fue hasta a recibirlos a su hotel de concentración en Montpellier.

Luego, la apurada victoria ante la selección sueca, y frente a Zlatan Ibrahimovic en concreto, añadió más motivos para pensar en que esta selección podía llegar lejos con el mismo plan de juego de casi siempre; una fuerte defensa, orden y aprovechar al máximo sus ocasiones. Pero un gol del croata Perisic, el martes, lo cambió todo. Italia, que ya sabía que sería primera de grupo, se encontró emparejada de pronto con España.

Conte, tras perder contra Irlanda con un equipo repleto de suplentes, trató de enviar un mensaje positivo. "Jugar contra España nos da una motivación extra, como la que nos dio Bélgica, que también parecía superior. ¿Favorita España?, eso lo dice usted. Se puede pensar que sobre el papel no hay partido, pero afortunadamente se juega en el campo", señaló.

Pero, mal que le pese, Italia aún recuerda la final de Kiev de 2012, cuando su selección fue goleada por un equipo imparable, que firmó uno de los mejores partidos de su historia (4-0). Prandelli admitió una mala planificación. "Tuvimos un día menos para preparar el partido y aun así fuimos a nuestra concentración en Varsovia, en vez de ir directamente a Kiev".

Algunos de los pesos pesados de ese vestuario continúan en la azurri y recuerdan cómo se sintieron. Como Mario Bonucci que aquel día reconoció con lágrimas en los ojos: "No se puede perder una final así", mientras Gianluigi Buffon admitía "no hubo partido".

Ahora, Italia vuelve a contar con un día menos de preparación que el combinado nacional, pero hay una nueva generación que quiere vengar a sus mayores, como el defensa del Manchester United Matteo Darmian. "Ese partido lo vi por la tele, fue uno de los peores momentos de la selección, quedamos segundos y ahora vamos a tratar de tomarnos la revancha en estos octavos de final", indicó tras el partido ante Irlanda.

Con el recuerdo de aquella final, pero también con la experiencia de Viena, la Italia de Antonio Conte, prepara su vendetta.