El Atlético de Madrid, que el sábado visitará Riazor para enfrentarse al Deportivo, se asomó anoche al precipicio en la Liga de Campeones, con otro duelo decepcionante en desarrollo y resultado, el empate con el que naufragó en la cuarta jornada frente al Qarabag (1-1) y muchísimo más cerca de su eliminación que de una clasificación pendiente ya de un milagro.

Ya no sólo le vale con ganar sus dos partidos, la visita del Roma al Wanda Metropolitano y el choque contra el Chelsea en Stamford Bridge, sino también esperar que uno de los dos no venza al conjunto azerbaiyano, al que no ha sido capaz de superar el bloque rojiblanco en ninguno de sus dos partidos con dos empates que valen muy poco.

El Atlético sigue deprimido. Sin certezas en nada, con dudas en todo, irreconocible en su defensa, impotente por momentos, atenazado por su propia inseguridad y sonrojado por la posesión que manejó 55 minutos su contrincante, un equipo menor en Europa, pero capaz de proponer fútbol e, incluso, tomar ventaja en el Wanda Metropolitano.

El golazo de Thomas niveló el marcador en el 55 y desató un ejercicio ofensivo e insistente, con más fe que fútbol, contra el reloj y el repliegue total del conjunto azerbaiyano; una prueba de nuevo de pegada para el equipo rojiblanco, fallida para Gameiro, Filipe Luis, Gabi y Gaitán.