La nueva versión de la selección española, plagada de debutantes y sin jugadores de la NBA ni de la Euroliga, arrancó su camino hacia el Mundial de China 2019 con un esperanzador triunfo ante Montenegro y una gran actuación colectiva en Podgorica.

Ajenos al conflicto por las ventanas de la FIBA, los españoles suplieron con calidad su falta de acoplamiento tras solo cuatro días entrenándose juntos y demostraron, en una exhibición defensiva, que hay relevo en el equipo cuando se vayan retirando los habituales.