El nombre del Rayo Vallecano estuvo ligado durante muchos años a la historia del Deportivo. Fue el equipo ante el que los blanquiazules habían conseguido el último ascenso a Primera y el que también los privó de otro ascenso que estaba hecho. Antes de los noventa, de la eclosión del equipo coruñés hasta convertirse en un grande, los partidos contra los de Vallecas tenían un tinte especial. Todo, desde que el 6 de junio de 1971 Beci anotó con la cabeza un gol que supuso el regreso a Primera en una época en la que los deportivistas eran un equipo que subía y bajaba constantemente. "En aquella época teníamos un equipo muy fuerte para Segunda, pero en Primera siempre teníamos que pelear para mantenernos", comenta el goleador de aquel partido.

El Deportivo permaneció dos temporadas en Primera, hasta su descenso al finalizar la campaña 1972-73. Fue aquella una caída vertiginosa, pues de ser sobre el papel uno de los favoritos de nuevo al ascenso se convirtió en equipo de Tercera División al concluir esa campaña -1973-74-. Bastó un año en la última categoría nacional para regresar a Segunda. Y ahí permaneció, con otro año de paso por la nueva Segunda División B, hasta el curso 1990-91 en el que los blanquiazules volvieron a abrazarse a Primera, tras el triunfo sobre el Murcia con dos goles de Stoja. "Aquello fue un alivio", dice Beci. "Estaba deseando que mi gol dejase de ser histórico, porque eso supondría volver a Primera", añade.

En medio, varios intentos fallidos de colarse en las plazas de ascenso. En especial en la temporada 1982-83, otra vez con el Rayo como rival en la última jornada. Otra vez en Riazor. El recuerdo del gol de Beci animó el ambiente y Riazor se llenó, pero esta vez para llorar. Al Deportivo le bastaba el empate; los madrileños no se jugaban nada. Dos goles de los franjirrojos en cuatro minutos pusieron el marcador casi imposible (0-2). Carlos Ballesta, defensa y posteriormente segundo de Arsenio Iglesias en el primer equipo, marcó a falta de siete minutos. Un gol insuficiente.

Con esa derrota los deportivistas empataban a puntos con el Mallorca, que tenía a favor el golaverage particular. Había ganado 3-0 en la primera vuelta en el Sitjart y perdido 3-1 en Riazor en la segunda. Ese gol del mallorquinista López a falta de nueve minutos para el final fue una losa para los coruñeses como se comprobó tras la última jornada. Los baleares habían perdido en Madrid con el Castilla (1-0) y esperaron sobre el césped al final del encuentro de Riazor, que se demoró algunos minutos más. Con un tanto más los deportivistas volverían a Primera. Ese gol que no llegó y que provocó el júbilo de los futbolistas del Mallorca sobre el césped en el que habían sucumbido frente al filial del Madrid.