Ganar al Madrid es hoy por hoy un sueño para el Deportivo, recién ascendido y a años luz de los blancos en potencial, en presupuesto y en cualquier comparación que se haga salvo en una cosa, la ilusión, tanto la de los jugadores como la de la afición. Las posibilidades de convertir ese sueño en realidad son escasas, pero aumentan en Riazor, un escenario históricamente poco propicio para el Madrid. El Dépor afrontará el encuentro dispuesto a competir sin miedos ante el campeón de la Champions. Sin hacer locuras que le conduzcan al suicidio, pero convencido de poder hacerle daño. Son los merengues los que están obligados a ganar después de sus dos derrotas consecutivas en Liga, ante la Real Sociedad y el Atlético de Madrid. Necesitan los tres puntos con urgencia. El Dépor, en cambio, viene de tomar aire en Eibar y encara el choque sin nada que perder.

Víctor Fernández matizará su plan habitual en Riazor, consciente del riesgo que supone la presión adelantada que suele hacer el Dépor, al menos al inicio de los partidos. Contra el Madrid juntará más el equipo y recurrirá a la contra y al balón parado para generar peligro. Le preocupa la velocidad del ataque blanco y considera que la pareja Diakité-Sidnei en el eje es la que mejor puede contrarrestar esa virtud merengue. Quiere rapidez para defender y también en la fase ofensiva, con Juanfran y Cavaleiro bien abiertos para tratar de sorprender desde las bandas. El técnico planea apostar de inicio por Luis Fariña, recuperado por completo de la lesión en la cadera que le impidió viajar a Eibar. Al argentino le tocará trabajar mucho en defensa, lo mismo que a Hélder Postiga, quien en Ipurua demostró su total implicación vaciándose en las tareas de destrucción para ayudar a conservar el 0-1. Con Álex y Medunjanin en el doble pivote Víctor buscará equilibrio para dificultar que el Madrid construya con comodidad.

La cercanía del derbi en Balaídos, dentro de solo tres días, condiciona en parte los planes del técnico, aunque públicamente él defienda lo contrario. Su idea inicial es dejar en el banquillo a Alberto Lopo y Juan Domínguez, hasta ahora indiscutibles. Ambos podrían volver al once en Vigo, pero esa será otra historia. La de hoy pasa por tratar de hacer un partido casi perfecto y que el Madrid, que llega sin Pepe, rinda por debajo de su nivel medio. Solo así el Deportivo podrá aspirar a lograr un resultado positivo. Es un sueño, pero no imposible, y menos en Riazor.