Partido con diferentes alternativas, pero que una vez más nos demuestra que tener la iniciativa en el juego, no quiere decir tener el control del mismo.

Diferentes dibujos tácticos: mientras el Dépor partió de un 1-4-2-3-1 y acabó a la desesperada en una especie de 1-4-4-2, el Almería, nacía de un 1-4-1-4-1 en defensa que rápidamente transformaba después de las transiciones en prácticamente un 1-4-3-3, pero, lo más importante, con prácticamente cinco futbolistas siempre por detrás del balón para no verse sorprendidos. Esto hacía al equipo muy corto, defendiendo muy adelantado, con un Verza importantísimo lanzando al equipo en ataque en sus envíos hacia los siempre veloces Edgar, Thomas o Zongo, entre otros.

Por contra, el Dépor intentó combinar y llegar sobre todo por las bandas, especialmente con un inspirado Cuenca y con el juego interior de un intermitente Fariña, pero dando muestras de que cualquier transición del rival le podía hacer daño. Con el paso de los minutos parecía que podía llegar el gol, pero el final del primer acto ya dejó ciertas dudas. Y aunque el principio del segundo tiempo generaba ciertas esperanzas aún, el equipo se empezó a partir y el partido entró en una dinámica y en un corre-calles que siempre manejó mejor el Almería desde el punto de vista de las vigilancias defensivas, equilibrios y mecanismos defensivos de todo tipo.

El final, para olvidar. Sin dudar del coraje, empuje y derroche del Deportivo, hasta donde pudo, eso no es suficiente defensa para el caos y el desorden táctico que se produjo en un equipo profesional.

La iniciativa la puso siempre el Dépor, pero el control del juego, aún con riesgos, lo tuvo el equipo andaluz.