De pasar de puntillas por el Fabril a pisar fuerte en el fútbol portugués y llamar a las puertas de la selección lusa. André André, aquel chaval al que le pudieron as saudades en apenas cuatro o cinco meses en Abegondo, se ha convertido en una de las sensaciones del fútbol del país vecino y apunta alto, lejos de las murallas de Guimarães. Líder natural y capitán de la revelación Vitória, es una de las peticiones mediáticas para el centro del campo de la nueva Portugal de Fernando Santos. "Tiene toda la legitimidad para soñar con su primera llamada con la selección", apunta el rotativo A Bola. "Reclama una oportunidad para ser parte de la renovación que se está llevando a cabo en el combinado nacional", refuerza el diario Record. Mañana se acabarán las dudas. A las 13.30 horas el seleccionador luso dará la lista para los partidos ante Armenia en el Algarve y Argentina en Old Trafford. Sería un estreno a lo grande, aunque con Moutinho, William Carvalho, André Gomes o João Mario la competencia es máxima. Esté o no, el morriñento André André ya está en la élite del fútbol de Portugal y ni siquiera pudo triunfar con el Fabril.

"Era una maravilla verlo jugar. No se adaptó, una pena. Era joven, no llegó en el momento justo". Tito Ramallo, por entonces técnico del Fabril y cabeza visible de la cantera, fue el responsable de su fichaje. Varios viajes a Varzim para verlo in situ y una buena dosis de insistencia acabaron por traerlo a A Coruña en 2010 con un contrato por tres años. Le costó estampar su firma y le faltó tiempo para regresar a casa: en enero ya estaba allí. Por el medio algún entrenamiento con el primer equipo, una inoportuna lesión, tan solo 73 minutos de juego y, sobre todo, una creciente sensación de nostalgia que acabó convirtiéndose en insoportable. Antes de que derivase en un problema mayor, el Dépor le abrió la puerta.

Regresó a Varzim pero en aquel momento hasta se planteaba dejar el fútbol. No lo hizo. De su casa a Guimarães, donde hace un año y medio ganó la Copa de Portugal y ahora lidera una de las alternativas de poder. Sus miras no se quedan ahí. Aspira a compartir vestuario con CR7 camino de la EURO 2016 y a dar el salto a un grande. La televisión TVI ya lo ve en Oporto emprendiendo el mismo camino que hizo su padre, Antonio André, hace 30 años y que le llevó a ganar la Copa de Europa con Futre y Madjer ante el Bayern de Matthaus, Rummenigge, Brehme y Pfaff. En Guimarães ya lo retuvieron en verano remitiéndose a su cláusula de 1,5 millones, pero saben que ahora será imposible cuando, por ejemplo, el Vitória-Sporting (3-0) fue presenciado en directo por 30 ojeadores.

"Era un pivote liviano, de calidad, participativo, dinámico y de mucho fútbol". Tito Ramallo recuerda perfectamente al futbolista que tuvo a sus órdenes. Hoy en día, con una lógica evolución, se mantienen esas señas de identidad. Su experiencia en falso fue una más en un Fabril en renovación que descendió, a pesar de que muchos de sus futbolistas han tenido recorrido en el fútbol profesional. Su primer once ante el Lugo de Setién, único partido en el que André fue titular, es muy reconocible con Diego Rivas en la portería, una defensa formada por Seoane, Rochela, Insua y Raúl, una media en la que Añón, el racinguista Dani y Stopira acompañaban al luso y un ataque con Jona y Dioni. Hasta Juan Carlos fue uno de los que salieron desde el banquillo, precisamente por el ahora pivote del Vitória de Guimarães.

André cambió por entonces A Coruña por Varzim, concretamente por el barrio de As Caxinas, un popular vivero de futbolistas que regatean un futuro en el mar apegados al balón y de donde han salido Fabio Coentrão o el propio Hélder Postiga. La desgracia también ha relacionado a Galicia y As Caxinas en los últimos tiempos, ya que gran parte de los fallecidos en el hundimiento del pesquero gallego Mar Nosso ocurrido en Asturias eran de esta localidad. El mismo océano une A Coruña y Varzim, pero ni ese hilo invisible fue capaz de retener a André André en el Dépor. Era joven, solo tenía 21 años. Ahora, cuatro después, aquel miudo inadaptado se come el mundo en Guimarães y no parece que vaya a quedarse ahí.