Los nervios a flor de piel. Planteamiento inicial erróneo en la elección de los futbolistas e incluso en el tipo de juego. Jugando con Fariña, Cuenca o José Rodríguez, que se sienten más cómodos con el balón en los pies, incomprensible todos los balones largos de Lopo, Borges o el propio Fabricio para buscar un juego directo donde el equipo no sabe manejarse. El Córdoba, muy bien posicionado en el campo, una vez más con superioridad numérica en el medio donde quedan anulados los dos mediocentros locales por su carácter de contención y por la falta de ayudas defensivas. Además después de las transiciones, buscaban persistentemente el dos contra uno en la banda de Juanfran. Pese a los avisos insistentes, empañados por tímidas llegadas en ataque locales, tuvo que ser el gol del visitante Florin Andone el que obligó a la última reacción desesperada... cambio total e irrupción de Medunjanin, el único futbolista que le dio la pausa y el ritmo necesario que el partido necesitaba: lástima porque nadie supo acompañarle salvo Hélder Costa... y cuando todo olía a tragedia por el partido de ida y vuelta , gol en propia de Florin Andone que hace cambiar la situación de irreversible a estable dentro de la gravedad... Veamos qué doctor es capaz de salvarlo pero tendrá que empezar por hacer dos cosas: poner a los buenos y ponerlos en su sitio. Lo peor de Víctor Fernández fue su cabezonería y su orgullo mal entendido. Malas armas para un entrenador.