Por un instante ayer en Abegondo se temió por la posibilidad de que se reviviera el episodio más tenso de la temporada. Pero lo mismo que provocó el encontronazo entre Arribas y Luisinho hace aproximadamente dos meses volvió a unirlos como compañeros. Fue una falta durante el partidillo de la sesión lo que terminó de fraguar, al menos públicamente, una reconciliación que parecía aparcada desde que ambos se enzarzaran en una discusión subida de tono que provocó un pequeño terremoto en la plantilla a pocos días del estreno en la Liga.

El club los sancionó a ambos, pero el vestuario y el técnico reprobaron especialmente la actitud del portugués, que a partir de entonces quedó señalado y en una situación incómoda. Lo de ayer, sin embargo, puede que ayude a devolver las aguas a su cauce definitivamente y a recuperar la naturalidad perdida entre dos compañeros.

La responsabilidad será de un simple lance del juego, en apariencia más contundente que el que provocó el desencuentro, pero que resultó más revelador que cualquiera de lo que se haya podido decir sobre lo ocurrido durante estos dos últimos meses.

Los disponibles para Víctor se enfrentaban ayer divididos en dos grupos durante un partidillo cuando Luisinho se coló en el área desde el costado izquierdo después de deshacerse de Juanfran y Luis Alberto con una de esas maniobras hacia el centro que suele poner en práctica el portugués. A sus pies, con contundencia, salió Arribas, que se lo llevó por delante y le dejó un golpe en la espinilla. En ese instante, el tiempo pareció detenerse para los presentes.

Luisinho se dolía sobre el césped mientras Arribas trataba de justificar su acción de algún modo, con leves aspavientos. Navarro observaba la escena con gesto de expectación, a la espera de lo que pudiera pasar a partir de entonces, mientras el resto del equipo se daba media vuelta desentendiéndose. El primero en reaccionar fue Oriol Riera, cuya espontaneidad restó hierro a la situación. "¡Penalti claro!", exclamó mientras se acercaba al portugués para interesarse.

Luego vino la reacción de Arribas, que con su compañero sobre el césped le tendió la mano sobre el hombro. Luisinho lo recibió de buen grado y quizá ahí quedó aparcado un capítulo que no ha beneficiado a ninguno de los dos. Como si de una falta cualquiera se tratase, la sesión siguió sin problemas.