El gol de Lucas Pérez que abrió el marcador contra el Celta el pasado sábado fue, por el momento, el clímax de un arranque de temporada de diez para el coruñés. Con ocho goles en doce partidos en su segunda campaña como blanquiazul, más los dos que marcó con el PAOK de Salónica este verano en las rondas previas de la Europa League, el de Monelos alcanza la decena de tantos en compromisos oficiales, con el añadido de que siempre que ve puerta, su equipo suma puntos.

Su primera víctima fue el Lokomotiv de Zagreb, rival del PAOK en la segunda ronda previa de la Europa League, y el duelo acabó con 6-0. Era mediados de julio, apenas quince días después de incorporarse al club griego, y ahí comenzó su actual idilio con el gol. El vínculo creció un par de semanas más tarde, cuando en la siguiente fase los blanquinegros se toparon con el Spartak Trnava eslovaco, al que marcó en el choque de ida (1-0). El final del culebrón para su regreso a A Coruña estaba cerca de resolverse y Lucas corrió hacia la grada de La Tumba y dedicó un gesto de disculpa a los aficionados, que acabaron coreando su nombre. Se despidió como un grande para la hinchada de Salónica, cumpliendo hasta el último día.

Su firma con el Deportivo Deportivo se produjo el 11 de agosto, pero su cabeza llevaba en A Coruña desde el final de la temporada anterior. Sin entrenar bajo las órdenes de Víctor Sánchez en pretemporada, se vistió para jugar ante el Galicia de Mugardos, en el final de un verano sin contratiempos físicos, a diferencia de los que le lastraron en su primera campaña como blanquiazul.

Vuelta a A Coruña

El comienzo de la Liga vio el empate a cero del Deportivo frente a la Real Sociedad, pero el coruñés no perdonó ocho días más tarde en Mestalla, cuando marcó el 0-1 con un lanzamiento desde fuera del área y que sirvió para que los blanquiazules volviesen con un punto. Llegó el primer parón liguero, pero Lucas no perdió el olfato y en el siguiente compromiso volvió a ver puerta. Su segundo tanto en el campeonato llegó en Vallecas, donde cerró la primera victoria herculina del curso (1-3) tras hacer el tercero.

Ya en la jornada seis, llegó uno de los mejores días del de Monelos por el momento. Riazor recibió al Espanyol, que se llevó dos tantos de Lucas, uno tras un pase en profundidad de Luis Alberto y otro a placer tras una dejada de Borges que supuso el 3-0 final. Por ahora, es el único doblete que ha logrado como deportivista. Su olfato goleador ha aumentado este año y parte de culpa la tiene su nueva posición en el campo. Lucas ha disputado la mayoría de minutos como delantero, solo o con un compañero, pero en la línea de ataque, cuando la temporada pasada partía habitualmente por detrás del punta.

Tres semanas después de batir a los pericos, los leones del Athletic sufrieron el acierto del coruñés. Con el Deportivo 0-2 por debajo en el marcador, Lucas completó una de sus obras de arte con la elástica blanquiazul. El 7 se interpuso en el camino de un flojo tiro de Juanfran, su control elevó el balón y realizó una volea en pleno giro que se coló por el palo contrario de la meta de Iraizoz, que nada pudo hacer. En un duelo que acabó con empate a dos, hizo uno de sus tantos más espectaculares como deportivista junto al de la última jornada de la temporada pasada en el Camp Nou. Otra vez en Riazor, y en este caso ante el Atlético, el de Monelos mostró un nuevo recurso de su repertorio. Si ante los bilbaínos demostró calidad e imaginación, frente a los madrileños marcó gracias a su entrega y pillería. Peleó un balón que Giménez protegía para que saliese por el fondo, sorprendió con su presión al zaguero y se llevó la pelota, encaró a Oblak, al que recortó, y marcó el gol que dio una nueva igualada al Deportivo. Fue su único tanto con la pierna derecha como jugador blanquiazul. Los otros trece, además de los dos de este verano con el PAOK, fueron con su zurda, su gran arma.

Ante el Atlético inició una racha de tres jornadas seguidas marcando. El siguiente fue en el Ciutat de Valencia, en el que Lucas abrió el marcador. Demostrando velocidad, aprovechó un envío largo de Jonás para conducir el balón con el meta Rubén como único escollo antes del gol. Fue clave, ya que el Levante igualaría tras el descanso.

El tercero, y de momento el último, fue quizás el más especial. Lucas volvió a romper un partido, ahora ante el Celta, con un nuevo episodio de colocación y oportunismo, siguiendo la jugada entre Cani y Bergantiños para recoger el balón muerto en el área pequeña que resultó del choque entre el capitán blanquiazul y el meta Sergio. Su preciada zurda hizo a placer las delicias del público y puso su aportación para lograr un objetivo que se le resistía: ganar y marcar al eterno rival.