Cada semana sus rivales ponen en bandeja al Deportivo la posibilidad de dejar de sufrir, de parar de alimentar una agonía que desespera a su afición, y también cada semana el conjunto de Pepe Mel se empeña en continuar alargando la angustia para frustración de unos seguidores que ayer volvieron a acompañarlo en masa en su decisivo compromiso ante Osasuna. La decepción fue mayúscula una vez más, porque se dejó escapar la victoria que hubiera confirmado la permanencia y porque se insistió en la imagen de impotencia exhibida en los compromisos más recientes. El triunfo que hubiera clausurado la temporada terminó escurriéndose por un gol en propia puerta de Juanfran después de conseguir remontar el tanto inicial rojillo, aunque hubiera sido peor si Fernando Navarro no llega a sacar bajo palos un remate rival en los instantes finales. El empate deja un regusto el fatalismo que suele acompañar al equipo, pero al mismo tiempo lo coloca ante una salvación prácticamente virtual. Ocho puntos separan a los deportivistas de la zona de descenso con nueve por disputar. Ante el Espanyol el domingo que viene tendrán que dar el empujón que quedó pendiente ayer en El Sadar.

El conjunto de Mel necesitará en ese compromiso vital una puesta en escena diferente a la que mostró ayer en Pamplona. La sensación que transmiten los deportivistas es la de un equipo al límite de sus fuerzas y con la confianza justa, incapaz de imponerse desde el comienzo ante un rival ya descendido y que lo único que ponía en juego era la honra. Eso es mucho tratándose de Osasuna ante su público, que por ambición empujó al Deportivo sobre su área hasta que Steven recogió un mal despeje de Guilherme tras un saque de esquina para sorprender a Lux.

Acusó el golpe el Deportivo, al que los navarros sometieron a base de orgullo hasta rozar el segundo en una acción individual de Kenan dentro del área. El delantero se deshizo de Arribas con un caño para quedarse solo ante Lux con todo a favor. La fortuna sonrió entonces a los de Mel porque el remate del hijo de Kodro se marchó por encima del larguero.

Fue a partir de entonces cuando el conjunto blanquiazul se dio cuenta de la transcendencia de la situación y comenzó a buscar soluciones a través de la pelota. Las encontró con las incorporaciones de Juanfran y Luisinho, que entre los dos compensaron la escasa aportación de Çolak en la elaboración. La igualada llegaría a través de un centro desde la banda derecha, prácticamente el único recurso que ha encontrado el equipo para paliar su escasa producción ofensiva.

Guilherme enmendó su error en el tanto de Osasuna y embocó de cabeza en el segundo palo un lanzamiento de Juanfran que se paseó por el área. El lateral rozaría después el tanto que hubiera permitido a los deportivistas marcharse al descanso con ventaja en el marcador. Un gran servicio del centrocampista brasileño hacia el boquete que había dejado la defensa navarra dejó a su compañero solo frente a Sirigu. La vaselina del madrileño ante la salida del portero italiano se marchó al larguero sin que Andone pudiera aprovechar el rechace posterior.

Fueron los mejores minutos del Deportivo, que sin embargo no tuvo nunca el empaque que requiere la situación en la que se encuentra inmerso. Su fútbol transita entre las buenas intenciones y las limitaciones que imponen sus carencias anímicas. Todo eso quedó expuesto en una segunda mitad en la que logró ponerse por delante y acariciar la permanencia para finalmente sufrir para conservar el empate.

El balón parado volvió a convertirse en un tesoro para los deportivistas después de que Albentosa en el segundo palo colocara en el punto de penalti un lanzamiento de esquina de Çolak. Por ahí apareció Guilherme para acercar la salvación cuando todavía faltaban veinte minutos por disputar. El equipo de Pepe Mel, sin embargo, no tuvo suficientes argumentos para manejar un partido que derivó hacia lo que propuso Osasuna a través de sus ganas.

Juanfran terminaría marcando en propia puerta tras sucumbir a la presión que le transmitía Sergio León en el cogote. El tanto posponía las aspiraciones blanquiazules de relajarse y comenzar a pensar en el futuro. Una semana más el equipo deberá convivir con una presión que no le favorece y que coloca a sus aficionados al borde del ataque de histeria.