A los pocos días del accidente del Yak-42, los familiares recibieron "presiones" del Ministerio de Defensa, entonces dirigido por Federico Trillo, para que renunciaran a la investigación del mayor siniestro del Ejército español. 62 militares españoles fallecieron el 26 de mayo de 2003 en Turquía, tres de ellos gallegos. Un año después del accidente, las pruebas de ADN revelaron errores en el 100% de las identificaciones del equipo español: un total de 30 cadáveres, entre ellos el del gallego Vicente Agulló.

Su hermano, Alfonso Agulló, confía en que el juicio que hoy comienza en la Audiencia Nacional por los errores en la identificación de 30 cuerpos permita que "salga la verdad" y depure responsabilidades políticas.

Para los familiares, según apuntó ayer el presidente de la Asociación de Familias de Víctimas del Accidente del Yak-42, Miguel Ángel Sencianes, el juicio pondrá de manifiesto que Trillo mandó a Turquía un equipo médico en el que no había ningún forense. "De eso no sólo son responsables los generales que procedieron a las identificaciones. Alguien las habrá ordenado. Trillo tendrá que admitir que él ordenó las repatriaciones y que Aznar ordenó un funeral de Estado", sentencia.

-¿Qué expectativas tiene puestas en el juicio que comienza hoy por los errores en la identificación de 30 de los 62 cadáveres?

-Somos los valedores de los fallecidos. No están aquí para defenderse. No merecían ese ultraje a la dignidad que recibieron en la forma de tratarlos antes de muertos y también después. Sencillamente, como ellos no están aquí para exigir que se les trate como se merecen, los familiares los vamos a representar. Y vamos a ser su voz, darles la voz que no tienen.

-¿Cree que la Justicia hubiera actuado si los familiares no insisten en la cadena de errores y mentiras y, en contra del criterio del Ministerio de Defensa, iniciaran su propia investigación?

-Esto ya lo debería haber hecho el Ejército por iniciativa propia porque eran sus militares. La contradicción ya está ahí. El propio Ejército es el negligente. La pregunta es, a instancias del propio Ejército o a instancias de la cúpula política. Es contradictorio que un militar se comporte mal con un compañero.

-¿Teme que el caso se cierre en falso?

-Es precipitado hablar de eso. Hay que dejar que la Justicia haga su trabajo. Luego veremos la sentencia y si hay que recurrirla se hará. El sistema de garantías es muy largo.

-¿Falta gente en el banquillo?

-Hay preguntas que tienen que responder personas que no están citadas. La Justicia, si es rigurosa, debe llamar a declarar a más gente. A consecuencia de lo que declaren los imputados, serán citadas más personas en el caso. Una de las garantías es que el juez que juzga no es el que instruye. En ese sentido, hay una posibilidad. Pequeña, pero la hay.

-El entonces ministro Trillo os decepcionó. ¿Cómo fue la relación con Bono, Alonso y Chacón?

-El Ministerio de Bono tuvo una actitud diferente. Hubo un cambio de actitud radical. La comparecencia de Bono en el Congreso, con temas específicos sobre el Yak en dos ocasiones, puso muchas verdades sobre la mesa. La colaboración ha sido importante y la familia la hemos agradecido. Con anterioridad, inexplicablemente, todo lo contrario. Incluso se llegó a poner una medalla a los dos imputados y ascenderles. Alonso y Chacón mantuvieron la atención que Bono siempre nos prestó. Ocurre como con todos los cambios de ministerio, uno hace el trabajo grande, como ha sido Bono, y en ese sentido es normal que los demás al no tener esa faena imperativa de tener que investigar y poner las cosas sobre la mesa, que hayamos tenido que insistir más.