Un total de 396.473 emigrantes gallegos están llamados a las urnas el 21-O. La reforma electoral aprobada en el Congreso a principios de 2011 excluyó a la emigración de los comicios municipales pero también introdujo novedades importantes en el procedimiento de votación de la diáspora, que se estrenarán por primera vez en octubre en unas autonómicas gallegas. El llamado voto rogado, un sistema que obliga a los emigrantes a comunicar personalmente y por escrito su voluntad de ejercer el sufragio como paso previo para recibir las papeletas en su domicilio, se estrenó en las autonómicas de 2011 con una baja participación y un aluvión de críticas.

La complejidad del nuevo sistema -que pretende garantizar la identidad del elector cuando vota por correo y por primera vez da la opción de depositar la papeleta en una urna en los consulados-, lo ajustado de los plazos para solicitar y enviar el voto, y el retraso en la recepción de la documentación fueron denunciados desde diferentes colectivos de emigrantes, que ya habían alertado de que por desconocimiento o por comodidad, el voto rogado disuadiría a los votantes. En las últimas generales, la primera vez que los emigrantes gallegos tuvieron que solicitar el voto, solo 16.017 electores inscritos en el Censo de Residentes Ausentes (CERA) ejercieron su derecho, una participación de apenas el 4,21% sobre el total.

La última vez que se puso en práctica el voto rogado en España fue en marzo, en las autonómicas de Asturias y Andalucía. En ambos procesos la participación de la diáspora cayó a mínimos históricos, ya que solo el 3,3% y el 7,1% de los emigrantes ejercieron su derecho a votar. Después de tres ensayos fallidos en menos de un año, el fracaso del nuevo procedimiento de votación fue reconocido por populares y socialistas (impulsores de la reforma aprobada en 2011) y por ello, acordaron volver a modificar la ley para tratar de incentivar la participación de los residentes en el exterior. PP y PSOE abrieron antes del verano una ronda de contactos para buscar fórmulas que, sin reducir las garantías, simplifiquen y agilicen el sistema. Y aunque su intención era acometer la reforma lo antes posible, la convocatoria anticipada en Galicia no ha dejado tiempo material para los cambios.

El impacto que tendrá el voto rogado sobre la participación de la diáspora gallega el 21-O es todavía una incógnita aunque todos los indicios hacen pensar que se repetirá el mismo esquema que en las últimas citas celebradas en el país. En los anteriores comicios gallegos, en marzo de 2009, la emigración emitió 96.257 votos válidos, lo que se tradujo en una participación del 28,7%. Pero en ninguna de las elecciones celebradas en España después de la introducción del voto rogado, la participación de la diáspora ha llegado ni siquiera al 10%.

Con independencia del número de votos que finalmente se reciban del exterior, los sufragios de los emigrantes gallegos podrían ser determinantes, algo que ya ocurrió hace unos meses en Asturias, donde apenas 290 votos de la emigración le dieron al PSOE el escaño 17 que le abrió las puertas para formar un Gobierno de coalición.

Un voto clave en Galicia

El papel de la diáspora en Galicia, de hecho, ya ha sido clave en procesos electorales anteriores, teniendo en cuenta que las mayorías absolutas del PP han estado siempre en manos de un escaño. En 1997, Manuel Fraga, que siempre cuidó de forma especial a la diáspora en sus campañas y mensajes electorales, consiguió un diputado más por A Coruña en detrimento del Bloque tras el recuento del voto de la emigración. En 2005, en cambio, la emigración no le dio tanta suerte como en procesos anteriores y aunque el bipartito llegó a pender de un hilo a la espera del recuento del voto exterior en Pontevedra, el escrutinio dejó las cosas como estaban y el PP no pudo arañar un diputado que le daría su quinta mayoría. En las pasadas autonómicas el voto emigrante también varió el reparto de asientos en O Hórreo aunque no el resultado. El PP perdió un diputado en Ourense en favor del PSOE, pero mantuvo la mayoría absoluta con 38 parlamentarios.

Los 396.473 emigrantes gallegos que podrán votar el 21-O (según datos a 1 de julio) representan un 15% de los casi 2,7 millones de gallegos que serán llamados a las urnas el próximo 21 de octubre. El Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) ha experimentado un continuo incremento en Galicia en los últimos años, justo lo contrario que el electorado interior, que en cada convocatoria electoral se va reduciendo. El 21 de octubre podrán votar en Galicia 2,29 millones de personas, es decir, 11.646 menos que en la convocatoria de 2009. El CERA, en cambio, no solo ha crecido considerablemente respecto a hace cuatro años (un 18%) sino que si se compara con el volumen de electores que tenía Galicia en el exterior hace una década, el incremento es del 41%. Por provincias, A Coruña es la que tiene más emigrantes con derecho a voto (137.477) seguida de Pontevedra (114.383), Ourense (88.620) y Lugo (55.993).