Mientras el sector lácteo trata de capear la crisis por los precios más bajos de toda España y por la incertidumbre de un futuro sin cuotas, también hay brotes verdes en el campo gallego. El minifundismo tan característico de Galicia propicia que la mayoría de los productos que se plantan en la huerta sean para autoconsumo a diferencia de las grandes plantaciones de otras comunidades. Pero es en la agricultura ecológica donde muchas explotaciones gallegas han visto la oportunidad de negocio al ofrecer un producto de calidad y diferenciado y es el único nicho de mercado del sector primario que no ha dejado de crecer en la última década y que ni siquiera durante la crisis ha perdido fuerza.

La demanda por los cultivos biológicos en los que no se usan productos químicos y solo técnicas respetuosas con el medio ambiente ha obligado a los productores a aumentar sus cosechas hasta el punto de que las cifras se multiplicasen por seis en los últimos diez años. El volumen de negocio que supone la producción certificada como ecológica pasó de los apenas cinco millones contabilizados en 2004 a los 31,2 millones del año pasado, según recoge el Consello Regulador da Agricultura Ecolóxica (Craega) en su memoria anual. Solo en el último ejercicio creció más de un 20%, en concreto 5,3 millones más frente a los 25,9 millones de 2013. La carne, las conservas de pescado y los piensos superan en tres millones cada uno su facturación. Pero son la leche y sus derivados los que acaparan el 30% de la producción con 9,5 millones debido a que los productores tratan de ofrecer una marca diferenciada en calidad con un valor añadido para poder paliar la caída de los precios de la leche no certificada y abrir así otra vía de negocio y de futuro.

En términos relativos, los cereales son el grupo de alimentos que más terreno perdió, con un descenso del 48% en las ventas. En menor medida, los aceites, las verduras y las frutas también fueron víctimas de la crisis y los productores dedicados a estas plantaciones notaron en sus cuentas que sus ingresos cayeron entre un 5% y un 13%. Los que mejor funcionaron el año pasado fueron, por el contrario, los productos derivados de la acuicultura y de la recogida de algas, cuya actividad se ha triplicado. Los tubérculos y los piensos también cerraron un buen 2014 al duplicar su facturación.

Respecto a las cifras de hace una década, el ascenso más meteórico se dio en los productos de panificación, cuya producción se multiplicó por 25, de apenas 22.298 euros a los 559.636 que movilizaron las piezas de pan el año pasado. El Craega también destaca el aumento de la venta de huevos ecológicos y frutas silvestres al multiplicarse por 15 y por 11 en cada caso en diez años.

Pese a que la apuesta por lo natural y la demanda por productos sin aditivos químicos está de moda, el año pasado se redujo por primera vez la extensión del terreno ocupado por prados y huertas dedicados a la agricultura ecológica. La superficie dedicada a esta actividad se redujo en 437 hectáreas -un 2,7% menos- al pasar de 15.670 a 15.230 hectáreas inscritas en el Craega en un ejercicio. Este descenso se produce sobre todo por la reducción de más de medio millar de hectáreas en la provincia coruñesa y 86 en Pontevedra. Las cifras se ven compensadas con los incrementos en el interior gallego al registrarse 119 hectáreas más en Lugo y casi 38 en Ourense. Ambas provincias son además las que más extensión tienen certificada con siete millones hectáreas en el primer caso y uno menos en el segundo. En A Coruña y Pontevedra la superficie para agricultura ecológica apenas supera el millón en cada caso. Aún así, son 2.338 hectáreas más que antes del inicio de la crisis. Y 8.500 más respecto a hace diez años, es decir, más del doble.

Ocho de cada diez hectáreas que aparecen en el Craega no se reservan para cultivos en sí sino para prados y pastos o como superficie forestal. Los cultivos permanentes -manzanas, peras, melocotones, frambuesas, nueces, castañas, higos, kiwis, viñedos y olivos- ocupan 1.301 hectáreas, de las que el 74% están reservadas para la plantación de frutos secos. Pese a que los tubérculos de zonas como Coristanco o Xinzo de Limia rivalizan por la calidad de sus cosechas y cuentan con empresas con Indicación Xeográfica Protexida Pataca de Galicia, solo en seis hectáreas de toda la comunidad se plantan patatas sin químicos. Los hórreos gallegos se llenan cada año con las espigas de las plantaciones de maíz pero solo de diez hectáreas sale maíz ecológico. De las 518 hectáreas con cultivos de tierras arables ecológicos frente a la patata y el maíz lideran claramente el trigo y el centeno con 125 hectáreas y sobre todo el maíz para forraje con 351.

La reducción de las fincas certificadas en 2014 no ha impedido que además del aumento del 20% en la facturación sigan creciendo el número de operadores que han visto en la agricultura ecológica su tabla de salvación a la crisis y su fórmula para ganar dinero. A cierre del año pasado había inscritos en el Craega 703 operadores -554 productores y 149 elaboradores- que superan en medio centenar a los 656 de 2013; en 200 a los 510 de 2008; y en 342 a los de 2004, casi el doble. En las primeras estadísticas del Consello Regulador da Agricultura Ecolóxica que datan de 1997 solo había una docena de anotados.