Hace un año, la Asociación Sectorial de Criadores Avícolas de Galicia (Acriaga) alertaba de que entre enero de 2013 y junio de 2014 el sector había perdido 75 millones y se habían cerrado 100 granjas de pollos. Acusaba a las cadenas de supermercados de "banalizar" su trabajo al utilizar la carne del broiler como "producto reclamo". El broiler es el tipo de pollo que se alimenta a gran escala y que se desarrolla mucho más rápido. Tras las denuncias y las manifestaciones públicas, esta práctica ha dejado de producirse. "La sangría se ha detenido", aseguran desde la asociación.

Pero cuando el sector comenzaba a enderezar su relación con los distribuidores, el problema le llega de los consumidores. Debido a la crisis, los gallegos comenzaron a comprar más carne de pollo (entero, filetes y piezas). Sin embargo, en 2014 su consumo ha caído tras tres años consecutivos de ascensos. En 2011, los hogares de la comunidad consumieron 34,3 toneladas. En 2012, 35,5; en 2013, 35,8, y en 2014, 33,9. Es decir, el año pasado se compraron casi dos toneladas menos. Un 5,3% menos.

El valor también ha descendido en 2014, tras tres ejercicios seguidos de subidas. El año pasado el gasto ascendió a 135,8 millones euros. Es un 7,3% menos que el año anterior, cuando se había conseguido el récord de la última década (146,6 millones).

Tanto el consumo como el gasto per cápita de los gallegos en carne de pollo han bajado. El primero ha pasado de 12,1 kilos por persona a 11,9, y el segundo, de 49,5 a 47,7 euros por persona. La mayor cifra en los últimos diez años se había alcanzado en 2012 con 50,61 euros. Desde el inicio de la crisis, el precio medio del kilo de pollo ha subido 11 céntimos. En 2008 costaba 3,89, y en 2014, 4 euros. En 2013 fue de 4,09.

Pese a que los gallegos consumen menos pollo, la producción ha aumentado ya que más del 75% se destina a mercados nacionales. En 2013 se sacrificaron menos broilers, pero hubo más carne para vender. Esto se explica porque el peso de cada animal pasó de los dos kilos de media de 2012 a los 2,10 de 2013. Así, en 2012 se sacrificaron 71,9 millones pollos, mientras que en 2013 fueron 69,7. Sin embargo, la carne que se obtuvo pasó de las 143.781 toneladas a las 146.523. Galicia es la cuarta comunidad que más carne de este animal produce (el 12,2% de total). Solo la superan Cataluña (24,3%), Andalucía (22,7%) y Comunidad Valenciana (14%). El 98,8% de la producción gallega se destina al consumo directo y el 1,1% al industrial.

Según los datos del Ministerio de Agricultura, en 2013 había 747 granjas de pollo y en 2014, 736. Es decir, nueve menos. Este tipo de explotaciones están destinadas a la producción y el engorde de los broilers para su sacrificio y conversión en carne. Del total de explotaciones que hay en la comunidad, el 70% está en las provincias de Pontevedra y Ourense.

Para el presidente de Acriaga este recorte del 1,4% en el número de granjas no se debe a la crisis sino "a que muchos propietarios van llegando a una edad en la que se jubilan y dejan la granja". Por eso asegura que las cifras, pese a la leve bajada, se han mantenido. Las más de 700 explotaciones que hay en la comunidad generan unos 900 puestos de trabajo directos (el 80% es mano de obra familiar) y unos 3.500 indirectos.

La relación entre los productores y los distribuidores ha variado. "Tras las movilizaciones que hicimos durante el pasado año, el comportamiento de los grandes supermercados ha cambiado", reconoce Javier López, presidente de Acriaga. Ya no bajan el precio del pollo por debajo del coste de producción para conseguir más visitantes en sus establecimientos. "Hubo tentación por parte de alguna distribuidora de seguir con esa actitud, pero por ahora lo están respetando. Rozando el larguero, pero lo están respetando", explica Javier López, quien insiste en el cambio de comportamiento que se ha producido desde el pasado verano.

Los productores aseguran que más del 62% del pollo consumido en España se vende a través de estas distribuidoras.

Hace un año también alertaron de que la cotización del pollo entero limpio evolucionaba "de forma paralela" en diferentes establecimientos. Es decir, si un supermercado reducía el precio, a la semana siguiente lo hacía el resto.

Tanto Acriaga como Unións Agrarias denunciaron estas prácticas ante el Consello Galego da Competencia, que depende de la Xunta, y ante la Agencia de Información y Control Alimentaria (AICA), del Ministerio de Agricultura. Javier López explica que el organismo autonómico se inhibió porque al ser cadenas de ámbito nacional e internacional la problemática se salía de sus competencias. Sin embargo, en el comunicado que envió a la AICA, el presidente de la patronal avícola gallega asegura que les daba la razón. "En estos momentos estamos pendientes de lo que digan, pero no buscamos que multen a estas cadenas, sino que no repitan estas prácticas de ponerse de acuerdo para subir y bajar el precio del pollo, que, además, se puede comprobar de una forma muy fácil", reconoce. Esta situación, apunta Javier López, se sigue repitiendo en estos momentos.

Pese a que los supermercados han dejado de utilizar la carne de pollo como un producto reclamo, Javier López matiza que las granjas "están permanentemente rozando el umbral de pérdidas". Asegura que "se ha detenido la sangría" de pérdidas y de cierre de granjas de 2013 y de la primera mitad de 2014, pero el panorama "aún es complicado".

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