Cada año al acercarse el Día en Recuerdo de las Víctimas de Violencia Vial, que la semana pasada se conmemoró en todo el mundo, Jeanne Picard experimenta sentimientos encontrados: "Es una jornada difícil, es importante recordarlos, cierto, pero solo un día para nosotros es muy poco, nosotros recordamos todos los días a nuestros seres queridos".

-Desde 2007 afortunadamente la tendencia ha dado un giro y los accidentes, que eran la primera causa de muerte accidental, son hoy la quinta.

-Nos congratula pero siguen siendo la primera causa de muerte en la juventud. Nuestros jóvenes están sanos y llenos de proyectos y sin embargo muchos de ellos fallecen en esos mal llamados accidentes de tráfico.

-¿Por qué los denomina mal llamados?

-Pues porque no son accidentes. Un accidente es un hecho inevitable, y los siniestros de tráfico sabemos que en el 90% o en el 95% de los casos los podemos evitar. Se puede evitar subir a un coche habiendo bebido, todos los sabemos, tenemos que ponernos el cinturón de seguridad... Todas estas medidas que son muchas veces infracciones y que por desgracia acaban desembocando en un mal llamado accidente.

-¿Por qué proponen llamarle violencia vial?

-Porque es un hecho violento, inesperado, que ocurre a una persona sana y llena de proyectos que va a trabajar y que de repente pierde la vida en la carretera.

-¿Cuál es el principal factor en un accidente: la vía, el vehículo, el conductor??

-Las causas son múltiples pero el factor principal al fin y al cabo hay que buscarlo en el humano, porque somos nosotros los que manejamos esa maquinita. Es verdad que puede haber una carretera en mal estado pero si está en mal estado tendremos que tener mucha más preocupación, si es un día nuboso habrá que reducir la velocidad... Tenemos una señal de límite a 50 kilómetros por hora y nadie la respeta. Hay unas normas que son las de circulación que nos aprendemos cuando nos dan el permiso de conducir pero resulta que son las que menos se cumplen.

-¿Debería limitarse la potencia de los vehículos?

-Está clarísimo, esto es la gran hipocresía del mercado: vender coches que van a 250 kilómetros por hora cuando el máximo en autopista son 120. Cuando los jóvenes en los institutos y en los colegios nos hacen esta pregunta, porque nos la hacen, a mi me da vergüenza contestar, me la da lo reconozco, porque es que tienen toda la razón. ¿Por qué existen coches que pueden ir a esa velocidad si está prohibido? Es lo que se llama la potencia inútil.

-Por lo que respecta a la Administración, ¿sería una buena idea auditar que la recaudación por multas realmente repercute en una mejora de la seguridad vial?

-Así lo contempla la ley, que la recaudación va para la seguridad vial. Lo dice la norma, no sé si se cumple o no, pero de todas maneras las multas son preventivas. Bienvenida sea una multa y un control que para al borracho que va en unas condiciones imposibles, más vale que lo paren antes de que provoque un accidente o se mate? Por temas como las carreras ilegales que acaban de ser detectadas reclamamos más controles, porque las multas de tráfico no recaudan dinero, recaudan vidas, quien paga una multa es porque ha cometido una infracción, si cumple con las normas no va a ser sancionado.

-Usted también cree que la reducción de los accidentes mortales está más relacionada con las medidas coercitivas que con una mayor concienciación sobre la seguridad vial.

-Por desgracia es así. Lo hemos logrado porque se han puesto en marcha el permiso por puntos, los controles de alcoholemia, de velocidad, los radares, se ha endurecido el Código Penal? Gracias a todas estas medidas, que son preventivas, hemos logrado reducir la siniestralidad, pero lo que no hemos logrado efectivamente es concienciar del riesgo a los conductores. No hemos educado en el comportamiento responsable en la conducción, en una idea de respeto, de convivencia y solidaridad cuando se conduce.

-¿Le entristece constatar este hecho?

-Sí, es triste que solo funcione el palo. Es la tristeza que nos queda, que todo lo hemos conseguido con medidas represivas porque no tenemos esa concienciación sobre el riesgo ni esa idea de corresponsabilidad. Por eso en el Día Mundial pedimos un compromiso de todas las instituciones, sobre todo de los gobiernos, para que esto se convierta en una prioridad política. ¿Estamos indignados con el gran problema con la inmigración, con la violencia sobre la mujer pero no con la violencia vial y los cientos de muertos que hay cada año en las carreteras?

-Tráfico desarrolla actualmente una campaña para promover medios de transporte alternativos al coche?

-Claro. Tráfico y en general otros colectivos como nosotros, que hacemos campaña para que los niños se acostumbren a acudir andando al colegio y que no los lleven sus padres a la puerta del centro cada día, estamos hablando de convivencia con la bicicleta. Se trata, en general, de recuperar la ciudad para el peatón. Esto es imprescindible porque hoy en las ciudades es complicado vivir con el tráfico. Es un atasco permanente en todas las ciudades grandes, así que necesitamos transportes que al final nos permita trasladarnos con mayor seguridad, y eso es un problema de gobiernos, un tema de decisión política. Cambiar la mentalidad de la sociedad, esa idea de que para nosotros el coche es el instrumento de placer o de exparcimiento fácil no resulta fácil de cambiar y ahí está el éxito de algunas ciudades, de demostrar que un modo de vivir tranquilamente en una ciudad, respetando a los demás, es perfectamente factible.