Disolventes, aceites, grasas, vapores combustibles e inflamables, purines, residuos radiactivos, sanitarios o industriales tóxicos. Son algunos de los vertidos contaminantes que derivan en la apertura de cientos de expedientes sancionadores. Hace años muchos de ellos ni llegaban a detectarse, pero desde que la Consellería de Medio Ambiente puso en marcha hace ya siete años una red que permite el control en tiempo real de la calidad, se hacen controles más frecuentes y se agilizan los mecanismos de detección y alerta en el caso de que haya alguna incidencia que altere el estado natural de las aguas.

En el caso de las rías, solo el año pasado se detectaron 1.358 vertidos -una media de cuatro cada día, lo que supone un 5% más que el ejercicio anterior-. De ellos, 348 superaban los límites de carga microbiológica o química fijados por ley, el mismo balance que en 2015, y en otros 103 puntos Augas de Galicia tuvo que abrir una investigación ya que pese a cumplir los valores marcados, tuvieron impacto en el entorno. Las alertas de polución detectadas en las rías gallegas o los vertidos ilegales derivaron en 185 expedientes sancionadores en 2016, un 13% más que los 164 resueltos un año antes y de los que un total de 99 (el 53% del total) fueron a concellos.

Sin embargo el importe de las multas cayó, al pasar de los casi 466.000 euros de 2015 a los 397.430 del año pasado, lo que supone un descenso del 15%. Este balance coloca el importe medio de la sanción por encima de los 2.000 euros. En la nueva Lei do Patrimonio Natural, las sanciones parten de 300 euros para las infracciones leves pero las muy graves pueden llegar hasta los dos millones, cuando en la normativa aprobada en 2001 el tope máximo era de 300.000 euros.Límites e investigación

Del balance de Aguas de Galicia de 2016 se concluye que uno de cada cuatro vertidos detectados en las rías gallegas superó los límites de toxicidad fijados por ley y que un 7% tuvieron que ser investigados ya que pese a no presentar valores anormales provocaron daños la zona.

Y en cuanto a sanciones, la Xunta multó el año pasado a un ayuntamiento, industria o particular cada dos días por realizar actuaciones contaminantes, incumplir la autorización de vertido o no reponer los daños medioambientales causados.

Vertidos de carácter doméstico-urbano, de industrias o causados por deficiencias en las redes de saneamiento, conexiones erróneas en las canalizaciones o carencias en los sistemas de depuración están detrás de los más de 1.358 inventariados el año pasado en las 19 rías gallegas. O lo que es lo mismo, cuatro focos de vertido identificados cada día, de los que uno revela carga microbiológica o química.

De los 185 expedientes abiertos el año pasado, los concellos concentran más de la mitad (un total de 99). Las industrias y particulares se enfrentan a casi el mismo número de multas, 44 y 42, respectivamente. Aunque los importes máximos requeridos dependen del tipo de infracción cometida, principalmente son de tres tipos, según detallan desde el departamento que dirige Beatriz Mato.

Las derivadas de un vertido no autorizado llegaron a alcanzar en algunos casos el año pasado los 30.000 euros. Por incumplimiento de la autorización, los importes llegaron a los 15.000 euros. Y algunos casos por desatención al requerimiento de la Administración alcanzaron los 5.000 euros.

La razón por la que no todos los vertidos tóxicos detectados por la Xunta derivan en expediente sancionador son varias. Lo más habitual es que los técnicos lleguen a la zona donde se dio aviso del foco de polución pero no sean capaces de averiguar la fuente contaminante. En definitiva, el responsable.Por rías

En los casi 1.500 kilómetros de costa que dibujan Galicia, la ría con más vertidos tóxicos detectados el año pasado fue la de Arousa (78), seguida por Ferrol (57) y Muros-Noia (54). En el extremo opuesto de la tabla, destacan las de Ribadeo y Lires (un punto en cada caso), O Barqueiro, Corme-Laxe y Aldán (dos) y Foz (tres).

Aunque el número de alertas por polución se mantiene como el ejercicio anterior (348), los puntos contaminantes variaron en 11 rías, en siete de ellas con un descenso de los vertidos con carga química o microbiológica (A Coruña -que pasó de diez a ocho-, Ortigueira -de 15 a 14-, Ares-Betanzos -de 24 a 22-, Corme-Laxe -de cuatro a dos-, Corcubión -de seis a cinco-, Arousa -de 80 a 78- y Baiona -de 11 a 9-. Pero en cuatro, la presión contaminante fue más elevada que en 2015: Muros-Noia (cinco puntos más), Pontevedra (cuatro más), Vigo (dos) y Ferrol (uno). Durante el año pasado, los técnicos de la Consellería de Medio Ambiente realizaron un total de 2.644 inspecciones en materia de vertidos, lo que supone una media de siete cada día. El balance es muy similar al del ejercicio anterior, con un total de 2.612 controles.