Ocho de cada diez incendios forestales de toda España que se clasifican como intencionados en las estadísticas acaban bajo ese epígrafe sin tener la certeza de que lo sean, según se desprende del último informe elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente, correspondiente al decenio 2001-2010. En el conjunto estatal, en ese periodo, casi un 55% de los fuegos fueron calificados como intencionados. Pero de esos, solo se corroboró la intencionalidad en un 18,4% de los casos, y en un 81,6% se supone que fueron intencionados.

La cifra de intencionalidad es superior, año a año, para el caso de Galicia, donde, según el último cómputo definitivo del ministerio , casi el 72% de los incendios respondieron a la voluntad de alguien, con un fin. Este porcentaje está en consonancia con los datos que aporta la Consellería de Medio Rural que llevó en noviembre pasado al Consello de la Xunta un informe según el cual los fuegos "provocados de forma voluntaria" representan más del 75% del total de los ocurridos entre 2006 y 2016, es decir, tres de cada cuatro de los últimos diez años. "Si en el punto de inicio de un fuego se localiza un artefacto es un fuego intencionado", explica el agente forestal Rafael Cudeiro a Europa Press. "Si después de un reconocimiento de la zona no se halla algún medio de ignición, la probabilidad de incendio intencionado sigue siendo causa desconocida", subraya.

El registro de la Xunta para el decenio 2006-2016 dejaría el 25% restante a repartir entre las negligencias y causas accidentales -provocados por la acción humana, pero sin voluntariedad-, las causas desconocidas, los rayos y las reproducciones.

Por otra parte, los expertos reunidos en Lourizán (Pontevedra) para analizar la situación de Galicia tras los incendios han recomendado la estabilización urgente del suelo, la rehabilitación de las infraestructuras y la restauración y recuperación del ecosistema. Investigadores de las universidades de Santiago de Compostela y Vigo, en colaboración con el Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán, han diseñado un modelo estadístico que permite predecir qué zonas de monte son más proclives a sufrir incendios de "alta severidad". Según la Consellería do Medio Rural, han concluido que los dos primeros pasos son la estabilización urgente del suelo y la rehabilitación de las infraestructuras; antes de la restauración y recuperación del ecosistema. Respecto al modelo estadístico, el estudio determina que la fuerza y dirección del viento, el tipo de vegetación o la existencia de pendientes son factores "determinantes" para que los incendios causen "mayores daños".