Con más de 1.300 millones de chinos, cualquier pequeño estornudo en el país asiático se convierte en un catarro o en una pulmonía en cualquier otro lugar del mundo. Y ese pequeño estornudo también ha llegado a Galicia.

En 2016, las exportaciones españolas de carne de cerdo a China crecieron un 80%. La comunidad gallega, que es una de las potencias nacionales en el sector porcino, se vio favorecida por la apertura de fronteras que realizó el gigante asiático en mayo de aquel año a este tipo de carne. Se llegó a hablar de que el sector gallego salía de la crisis debido al empujón de ventas que llegó desde China. Pero las buenas noticias han durado poco.

El gobierno chino recortó las importaciones a principios de 2017. En el primer semestre de pasado año el descenso rozó el 17%. Como consecuencia, el precio al que los productores gallegos venden la carne se ha desplomado un 28%. Si en julio de 2016 -el punto álgido del boom chino- se pagaban 1,43 euros el kilo, ahora reciben 1,02.

"El año 2017 fue muy irregular. Casi no se cubren los gastos de producción", resume José Antonio Vidal, presidente de la Federación Galega de Porcino (Fegapor). Aunque la situación no es como en 2015 cuando en granjas que tuviesen un millar de madres perdían entre 6.000 y 8.000 euros a la semana, el estado del sector no mejora. "El año 2017 no se puede decir que fuese un gran año. No se va perdió mucho dinero, pero tampoco se ganó", reconoce.

En los primeros meses de 2016, el sector estaba "hundido", con precios "irrisorios", pero la situación cambió cuando en el segundo trimestre China comenzó a demandar del exterior grandes cantidades de carne y despojos de cerdo por la bajada de su producción interna. España estaba muy bien posicionada en esos momentos con una veintena de empresas presentes en el país -ahora son una treintena- para responder a esa demanda.

En aquel momento, las importaciones desde el gigante asiático habían aumentado debido a la insuficiente producción local causada por una reducción en el número de reproductoras y la imposición de estrictas medidas medioambientales que obstaculizaban la expansión e implantación de nuevas explotaciones. Ahora, esas restricciones se han relajado. Aquella situación provocó que el precio medio de la carne de cerdo importada desde China creciese en 2016 un 19%, lo que benefició a los exportadores, entre ellos a los gallegos.

China, mayor consumidor

China es el mayor productor y consumidor de porcino del mundo. Consume y produce aproximadamente la mitad de lo que se pone en el mercado y se demanda a nivel mundial. Y España es la cuarta potencia productora (después de China, EEUU y Alemania). Dentro del mercado comunitario, España es el segundo país de la UE en cuanto a producción de carne de cerdo.

El 70% de la producción gallega se exporta ya sea a otras zonas de España o al extranjero. El sector reconoce que es complicado cuantificar cuánta de esa carne llega a China ya que la venden a empresas de fuera de la Galicia y desconocen a dónde va.

Tras un largo proceso de negociación, que se remonta a junio de 2015, y que incluyó la visita de las autoridades chinas a empresas cárnicos españolas, el gobierno de este país amplió la autorización para exportar carne de porcino, de patas y manos a nuevas empresas.

La lista de industrias españolas autorizadas está compuesta, por ahora, por 29, lo que convierte al país en el segundo de Europa con mayor número de establecimientos autorizados, por delante de países como Alemania, Dinamarca o Francia. Gracias a China se pudo contrarrestar el cierre del mercado ruso a la carne de cerdo procedente de la Unión Europa que se produjo en 2014 y que también provocó un pequeño tsunami en el sector.

Y en cuanto al futuro, José Antonio Vidal no lo tiene nada claro. "Es impredecible. No sabemos lo que va a pasar dentro de un mes, para saber cómo va a ir en 2018. Es un mercado roto, lleno de incertidumbres. Va a depender todo de la exportación y ahí está el problema pero también la solución", resume el presidente de la Federación Galega de Porcino.