El catalán Francesc Boix se convirtió en los cinco años que estuvo preso en Mauthausen en el fotógrafo del campo de concentración, lo que le permitió tener acceso al laboratorio donde se escondía el material gráfico de las torturas y las muertes del III Reich. Tras la derrota de la Alemania nazi en la batalla de Stalingrado en agosto de 1942, Boix recibió la orden de destruir todo el material fotográfico pero con la ayuda de otros presos españoles logró salvar 20.000 negativos de los que se conocen un millar y que sirvieron para sent ar en el banquillo a varios mandos nazis en los juicios de Nüremberg. Parte de ese material estará expuesto hasta el día 15 en la Casa Museo Casares Quiroga de A Coruña. La exposición ha sido promovida por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).