"No, no, no es en la urbanización de Fadesa, es en Bañobre", indicaba ayer por teléfono el productor a uno de los periodistas que se dirigía al rodaje de Los fenómenos, de la productora Zircozine. Y es que la coincidencia de un rodaje sobre el ladrillazo en Miño despistó a más de uno, que ya ponía la macrourbanización de Perbes.

La localización no es casual. Los productores no ocultan que "uno de los motivos para elegirla fue la considerable especulación urbanística en Miño", en palabras de Farruco Castromán. Lo mismo opina su socio, el actor gallego Luis Tosar. "La incidencia del boom inmobiliario fue notable", respondía ayer con semblante serio.

El escenario escogido es el esqueleto de unas edificaciones con unas impresionantes vistas a la playa de Miño. Las viviendas, solo huesos, sirven de escenario a esta película descarnada sobre las víctimas de la crisis, los damnificados por ese estallido que rompió en pedazos el sueño de miles de españoles. Su protagonista es Neneta, a la que da vida la versátil Lola Dueñas. "Una chica que vivía libre, muy enamorada, con un hijo y una vida feliz en Almería hasta que su novio la abandona", explica la actriz.

La protagonista emprende entonces el viaje de regreso. De los días luminosos del sur al cielo nuboso gallego. Bajo ese clima, lluvioso y adverso, Neneta intenta sentar los cimientos de una nueva vida y lo hace sobre un terreno tan movedizo como la construcción. Entra a trabajar en un mundo de hombres, y hace piña con una cuadrilla, la de los Fenómenos, por su capacidad para levantar metros construidos.

Logra hacer mucho dinero con la construcción, tanto como comprarse un piso; pero la crisis estalla y con ella sus expectativas. Los gigantes de cementos que sirven de escenario al filme, enclavados en mitad de un lodazal en el que hasta cuesta poner en pie los trípodes para el rodaje, sirven de marco a este filme que intenta combatir con humor el desaliento que siguió al estallido de la burbuja. "Tened cuidado al pasar está todo lleno de barro, podéis resbalar", recomendaba ayer uno de los técnicos, cubierto de barro hasta las rodillas. Más difícil resulta aún subir a lo alto de uno de los esqueletos de hormigón. El equipo, sin embargo, ya se mueve ya como pez en el agua.

El cansancio es visible en el equipo, pero no les impide atender con amabilidad a los medios. "Mira como estoy, no puedo más", dice Lola Dueñas, sin dejar de sonreír. Han sido seis semanas de rodaje intensas, duras, admite el productor, Farruco Castromán. "Ha sido complicado. Requiere un mayor esfuerzo porque intentamos mantener el nivel y los recursos son infinitamente más pequeños", explica.

Su socio, Luis Tosar, ahonda en lo mismo. "Trabajamos como podemos". El actor interpreta a Lobo, el novio de Neneta, "un tipo de vida alternativa, un hippy al que no le gustan los convencionalismos, pero que tiene otras ataduras, las de hacer lo que le viene en gana, sin asumir ninguna responsabilidad", en palabras del intérprete, que atiende a los medios en las pausas del rodaje. Su personaje y el de Neneta tienen mucho en común, además de un hijo. Son dos antihéroes castigados por la crisis. Las ataduras no son las mismas. La libertad irresponsable de Lobo le lastra tanto como a Neneta la hipoteca.

La historia precisa de humor para digerirla. "Hay que ser positivos, aunque el tema sea tan duro tiene que dejarte una buena sensación. El cine inglés, con películas como Full Monty fue nuestro referente", explica Castromán. Hay que reirse, aunque la risa se atragante.